-Usted es gaditano. Los de Cádiz son como los gallegos, siempre tienen morriña de su tierra...

-(Risas). La verdad es que soy pacense-barra-conileño. Soy un poco de las dos orillas, he estado la mitad de mi vida en un sitio y la otra mitad en el otro, pero lógicamente uno lleva siempre dentro el lugar en el que se ha criado. Y yo me crié en las playas de Conil, lo llevo en el corazón y lo echo muchísimo de menos, casi más en invierno que en verano.

-¿Qué trae hasta aquí a uno de Cádiz, si nosotros no tenemos ni Conil, ni los Caños ni la playa de la Caleta?

-(Más risas). Estudiar una carrera. Por motivos familiares me fui a vivir con mi abuela, que fue mi compañera de piso durante 10 años y durante todo ese tiempo hice Ciencias Ambientales, conocí al resto de compañeros del grupo, que en principio éramos cuatro. Íbamos poco a clase y mucho más a los parquecitos de enfrente; ahí empezaron las canciones y hasta el día de hoy. Terminé la carrera y aquí me quedé, en Extremadura.

-¿Cómo se hace uno músico?

-Madre mía, qué buena pregunta. Cada uno contará su historia. En mi caso personal nací músico, sinceramente lo pienso así porque desde que tengo uso de razón escucho música, tengo la guitarra desde los primeros Reyes que recuerdo. Siempre he estado muy vinculado a la música desde pequeñito, salía en chirigotas desde los 7 años, en Conil. Y no entiendo mi vida sin música, y es lo que me mueve, además con mayúsculas.

-Forman un grupo, pero apenas ninguno de ustedes se dedica profesionalmente a la música. Da idea de cómo está el patio...

-La verdad es que el mundo de la música está complicado, más si cabe estando en Extremadura. Es más o menos viable malvivir de ella y lo que intentamos desde hace 15 años es que sea nuestro modo y medio de vida, pero lo cierto es que no nos ponen las cosas nada fáciles.

-¿Cómo nace Diván du Don?

-Nace, crece y evoluciona del Desván del Duende. Continuamos con la misma base musical, los mismos arreglos, los mismos compositores, los mismos instrumentos... Para nosotros Diván du Don es básicamente El Desván del Duende, solo que hemos cambiado el nombre del grupo y el cantante.

-Presentan con este sello su segundo trabajo discográfico, ‘Malabares’. El viernes pasado lo hicieron en el López de Ayala de Badajoz y anoche en el Gran Teatro de Cáceres. Con este trabajo quieren mostrar los malabares que tienen que hacer los músicos hoy para compaginar su vida laboral, personal y profesional...

-Ese desde luego es el sentido total que tiene el disco porque todos los discos siempre tienen sus partes más complicadas y sus partes más sencillas y éste ha sido un compendio de todo, especialmente de circunstancias personales, porque ya no tenemos 20 años, estamos más camino de los 40 que de los 30. Ya empieza a haber niños por medio, trabajo, oposiciones, pareja, un poco de todo. Por fortuna todos los componentes tenemos el nexo común de querer seguir con esta pasión que nos mueve, que es el grupo. Sobre esa base hemos ido haciendo malabares. Cuando antes podíamos producir un disco en seis meses, con este hemos tardado tres años, pero teníamos claro que iba a llegar a buen puerto y a la vista está que el disco ya está en la calle.

-Con este álbum celebran 15 años de carrera. ¿Qué balance realizan?

-El que se haya marcado como objetivo ganar un Grammy Latino se ha equivocado mucho, porque nuestro objetivo era disfrutar con esto, volcarlo en el escenario, hacer nuestras canciones y, lo más importante, ver el feedback, la respuesta de la gente cuando escucha tus letras, cuando escucha tus canciones, cuando se emociona, cuando te escribe y te dice cosas alucinantes o pone tu canción en una boda; pues esa es realmente la recompensa. Ese es el principal balance que saco de estos años. El éxito es una palabra que no va con nosotros. Tratamos de disfrutar y sobre todo de ver que a la gente le llega y le emocionan las canciones.

-En su trabajo hay percusiones de cajones y guitarras. ¿Han evolucionado o mantienen su esencia?

-Hombre, la esencia sin duda está, lo que sí es cierto es que ha habido una evolución, como en cada disco. De un disco al siguiente siempre ha habido una evolución, pero en este ha sido muy grande porque hemos contado con la producción de Pedro Pimentel, que le ha dado un toque más latino y étnico. Y eso sí se nota porque es un salto de calidad. Por no entrar en temas de arreglos, de cortes y de patrones, porque creo que ahí sí hay un salto muy grande con respecto al disco anterior.

-Exacto, porque Pimentel ha trabajado además con artistas tan reconocidos como La Mari de Chambao o Pitingo...

-Es un monstruo, un fiera, un todoterreno. Es un artista como la copa de un pino, es muy amigo nuestro. Nos conocimos en Jerez, en la época en la que grabábamos en La Bodega con los Delinqüentes, y la verdad es que desde el principio hubo un feeling increíble entre nosotros y teníamos claro que antes o después contaríamos con él. Las veces que colaboramos nos fuimos enamorados, y dijimos: «Algún día tenemos que hacer un disco y ponerlo en manos de este monstruo».

-Andan en presentaciones, girarán por teatros y escenarios, ¿lo harán en tren, quiero decir, cómo ve la situación ferroviaria que sufre nuestra comunidad autónoma?

-(Risas). Es tan triste que se hace raro no abrir las redes sociales o ver el telediario y que aparezca en las noticias que ha descarrilado un tren o que está ardiendo o que ha dejado a la gente tirada en mitad del campo. Tenemos un problema muy serio, nos estamos empezando a habituar y eso es peligroso. Como, en la medida de lo posible, no hagamos por remediarlo vamos por mal camino. Es un problema que tienen que solucionar los de arriba y es una auténtica vergüenza.

-Ustedes en sus temas hablan de amor, ¿pero qué opinan de la canción protesta?

-Nuestro sello del grupo es el ramalazo romántico, pero también tenemos canciones protesta. Consideramos que es un género muy importante, más en los tiempos que corren. Estamos en una situación política un tanto convulsa.

-Pues la pregunta viene al pelo, ¿qué opina de Vox?

-(Risas). Como pasa siempre, los extremos son peligrosos, tanto los de la derecha como los de la izquierda. Han sido, no sé si oportunistas, pero el caldo de cultivo que les ha dejado el resto de partidos les ha venido fenomenal y la gente está, igual que pasó con Podemos en su momento, indignada. Y ahora toca echarle la culpa a los inmigrantes y cargar contra las mujeres. Ha sido una sorpresa absoluta; yo que soy andaluz le aseguro que allí nadie esperaba que se llevaran los 12 escaños. Pienso, dentro de lo mucho o de lo poco que puedo saber de política, que estas cosas son cíclicas, igual que antes le tocó a la izquierda, ahora le toca a la derecha; luego la gente se cansará de esta extrema derecha y volverá al centro y otra vez vuelta a empezar. Lo que pasa es que es peligroso, eso sí. Hay demasiadas líneas rojas que se traspasan en su discurso.

-Ha hablado de Podemos, ¿cree que ha decepcionado a sus votantes?

-Las expectativas estaban altas, pero ni ellos mismos se han aclarado. Como le pasa a cualquier partido, cuando ve el poder cerca la cosa se complica. Las ideas en principio eran muy buenas pero al final se ha ido revolviendo la cosa y fíjese la que tienen liada Pablo y Errejón.

-¿En las próximas elecciones, la gente tendrá que votar con la nariz tapada, quiero decir, votará al menos malo porque en realidad ninguno de ellos le convence?

-Ahora mismo es muy complicado. Habrá quien lo tenga claro pero flota en el ambiente que hay un pasotismo total y absoluto, solamente hay que ver las valoraciones de los líderes políticos de hoy: tocas las palmas si alguno llega al 3,9; y es triste. Tenemos una clase política que tiene de todo menos clase.

-Cambiando de tercio, vayamos a la educación. Ahora quieren someter a los profesores a una evaluación docente. ¿Si la educación es la base para crear sociedades más avanzadas y más libres, cree que algo está fallando en el sistema educativo, se ha perdido el respeto al profesor o se le ha perdido al alumno?

-Esa respuesta sí la tengo clara. Mi padre era profesor de Biología y lo he mamado en mi casa. No sé si por las redes sociales, no sé si por los medios de comunicación, sinceramente, pero todo esto ha pegado un giro radical y esa base de educación y respeto que había antes, aunque suene a carca, la defiendo a pies juntillas. Cuando era alumno, se le ponía la cara colorada a mi padre si le llamaba el profesor porque yo había hecho una trastada. Y ahora mismo es lo contrario. Ahora si el niño la lía, es el padre quien le pega la bronca al director. Eso se nos ha ido de las manos y cada vez va a peor.

-¿Qué es la vocación?

-Lo que te late dentro. La mía es componer canciones. Por eso considero que la vocación es un idioma, la forma de expresión más real y sincera que tiene cada persona. Lo que intento transmitir en mis canciones soy yo puro, y si no soy puro en mis canciones las rompo y las tiro a la papelera.

-¿Pero realmente en una sociedad de recortes es posible que tu vocación se cumpla de una manera lo suficientemente digna como para ganarte la vida?

-Qué buenas preguntas hace, joío (carcajadas). Es muy complicado, uno puede soñar, uno puede poner el listón todo lo alto que quiera, pero luego la realidad lo termina poniendo en su sitio. Aunque creo también que ahora contamos con herramientas con las que antes no contábamos. Si realmente no podemos vivir o malvivir de esto, sí se puede tratar de compaginar. Antes no estaban las redes sociales, ni Spotify, ni las plataformas digitales que hay ahora para exponer tu obra a gente del mundo entero. Hay que tratar de evolucionar pero vivir de esto es mucho más complicado ahora que hace 15 años.

-Son malos tiempos, pero fíjese, habla de las redes sociales, donde parece que la poesía está de moda...

-De poesía no soy nadie para hablar porque ni soy poeta ni soy un gran entendido de la poesía. Me gusta escribir pero a mi manera, no entiendo de métrica. Cuando escribo lo hago en prosa y como me sale y suelto los pensamientos en el papel. Lo que sí es cierto es que hay muchos poetas de super ventas y redes sociales, aunque la calidad es bastante discutible.

-’Vuelo’, de su anterior disco, ‘Las cositas claras’, fue su canción fetiche. ¿Puede hablar de ella?

-Esa canción la compuse como una más, nunca pensé que sería single. Fue una canción que cuando llegué al local de ensayo, la enseñé al grupo y Paco la cantó, nos dio un pellizco. Ese tema se lo escribí a mi pareja y es el sentimiento que siempre he llevado dentro desde que la conocí. La verdad es que a la gente le ha encantado, la ha hecho suya.

-Y ahora lo intenterán con ‘Conchitas y arena’, que además la han grabado en las playas de Conil...

-Es el single, y queríamos que sonara para el verano, para los chiringuitos, creo que tiene una energía especial, un buen rollo, es muy particular y más con el videoclip, con las imágenes en drone de las playas del Palmar y de Conil, es algo muy personal. Antonio, que fue el que la compuso, estuvo sembrado. En este disco la verdad es que sí nos salen seis o siete singles.

-El grupo está liderado por Paquillo Levita, ‘granaíno’. Ustedes son grupo de contrastes...

-Sí. Somos un grupo ‘extreluz’ o ‘andaleño’, como lo quiera llamar. La verdad es que somos una coctelera. Carlos Jerez, el bajista, es de Salvatierra, Antonio Habas, el percusionista, es de Gévora, Jorge Solana, guitarra, es de Cáceres, Paco es de Granada, Cristian Ivars, violín y teclados, es de Valdelacalzada, yo soy de Conil... Pero la base siempre es Badajoz, que es donde nació el grupo, donde siempre hemos ensayado y donde tenemos nuestro campamento base. Creo que ese punto que ha traído Paco, ese punto sureño, nos ha venido fenomenal, punto aparte de que también Paco como compositor en este disco ha sido un grandísimo descubrimiento porque, hasta donde yo sé, nunca se había sentado a escribir canciones y ha tenido una evolución super rápida. Ese aliño nos viene fenomenal, por no hablar de su voz, que es un Fórmula 1.

-Y para terminar esta entrevista, acabo de escucharlos en directo y a capella en la plaza Alta de Badajoz. Es la primera vez que oigo a un grupo en estas condiciones y con este magnífico resultado. A propósito de ello, ¿no considera que el autotune, programa de afinación electrónica que se ha convertido en emblema de la música comercial, es el triunfo de la mediocridad?

-La tecnología ayuda porque una persona que no disponga de medios pero tenga un montón de talento, en su casa, con dos cacharritos y gastándose 300 euros, graba cosas muy dignas en su ordenador, se escucha fenomenal, y puede meter sus bases de percusión, sus guitarras y eso antes no lo teníamos. Pero al mismo tiempo, eso tiene la cara B, todo lo que sea el autotune, el reggaeton con mayúsculas, ‘mare mía’; es que todo esto se nos ha ido un poco de las manos. Ahora mismo poner la radio es cortarte las venas directamente. De hecho he sido un fanático de la radio de siempre y hace ya mucho tiempo que lo he dejado porque es físicamente imposible que no te estén bombardeando 24 horas con reggaeton y que entres en un pub y te pase lo mismo, o en una discoteca (bueno, en una discoteca ni lo intento). Evidentemente en el 99% de esos temas hay la misma base, los mismos acordes, gente que no tiene ni el A-1 en cuanto a los mensajes que transmite; es que si entramos ahí empezaría y no acabaría. Sinceramente, sobre la evolución tecnológica, pregúntele a Enrique Iglesias o a Kiko Rivera, qué le voy a contar...