Comencemos por definirlo como una sensación molesta que limita la habilidad y la capacidad de las personas para realizar actividades cotidianas. En ocasiones, actúa como una señal inicial de advertencia de que algo no funciona bien en el organismo. La definición de dolor más aceptada en la actualidad es la de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor: «es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular, real o potencial, o descrita en términos de dicho daño».

La intensidad del dolor varía: puede ser leve, una molestia localizada o muy intensa. Puede resultar agudo y breve o manifestarse como un trastorno crónico a largo plazo. El dolor agudo actúa como un factor de protección en los seres humanos, ya que ayuda a evitar lesiones corporales o situaciones de riesgo potencial y protege la zona afectada mientras esta se recupera.

El dolor es un trastorno frecuente y a veces interfiere en la vida diaria. Si no se trata o se aplica un tratamiento inadecuado, puede convertirse en crónico.

Cada persona tiene un umbral muy distinto de adaptación al dolor, debido a muchos factores, como la genética o la cultura. Los efectos del dolor corporal pueden ser algo más que sensaciones físicas ya que 7 de cada 10 personas consideran que el dolor disminuye su calidad de vida.

¿Por qué sentimos dolor?

El dolor es una sensación molesta y algunas personas hacen lo imposible para intentar aliviarlo. Si no pudiéramos sentirlo, seríamos incapaces de evitar lesionarnos una y otra vez o causar daños a nuestro cuerpo de manera permanente. El dolor se ha convertido en un mecanismo de defensa que nos avisa de la existencia de lesiones y así contribuye a proteger el cuerpo.

El dolor está controlado por el sistema nervioso y es un proceso complejo. Se produce cuando un estímulo externo, como tocar una sartén ardiendo, activa las células nerviosas receptoras para que envíen un mensaje desde la médula espinal al cerebro. Dichas células receptoras son capaces de sentir calor, frío, luz, tacto, presión y dolor. El dolor puede asimismo ir acompañado de otros síntomas físicos, como náuseas, mareo y debilidad.

En muchas ocasiones, el primer impulso al notar dolor es dejar de movernos. Mucha gente cree que el reposo facilita la recuperación, pero en realidad el ejercicio moderado puede contribuir a que nos recuperemos antes.

Identificación y tratamiento

El dolor nos avisa para que nos protejamos de un daño mayor. Sin embargo, también puede dificultar la ejecución de tareas cotidianas y ralentizar la recuperación del movimiento. Tal vez lo más significativo sea que el dolor es capaz de alterar el estilo de vida e interferir en la actividad laboral, las relaciones y la independencia. El dolor es siempre subjetivo y cada persona lo experimenta de una manera distinta.

Tipos de dolor

El 93% de los españoles experimenta dolor corporal. Por regla general, el dolor agudo se manifiesta de repente e indica que el organismo ha sufrido una lesión. Una vez que la lesión se cura, el dolor debería desaparecer.

El dolor crónico es más duradero que el agudo y en ocasiones no responde a los tratamientos. Habitualmente se asocia a enfermedades crónicas. Al contrario de lo que sucede con el dolor agudo, el crónico suele estar relacionado con disfunciones o enfermedades persistentes. La variedad de tratamientos es muy amplia, debido a todos los factores que intervienen en cada caso. Antes de recurrir a un medicamento sin receta para aliviar el dolor, como geles por vía tópica o comprimidos, es recomendable entender por qué se produce el dolor y cuál es la mejor manera de manejarlo.Siempre es recomendable si no mejora el proceso doloroso acudir al médico para una correcta valoración.