Son muchos los elementos rompedores que coinciden en Psicosis, realizada por Hitch-cock en 1960. El director enseñaba al gran público por vez primera que el terror ya no procedía del espacio exterior (La guerra de los mundos) o de las criaturas clásicas del género (Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, los zombis), sino que podía estar representado por el vecino de al lado, en este caso el introvertido Norman Bates encarnado por Anthony Perkins.

Inauguró también la corriente del slasher (aunque entonces no se utilizara este término), los filmes donde un asesino utiliza un cuchillo con connotaciones fálicas para cercenar la vida de sus víctimas, generalmente chicas o adultas liberadas sexualmente. Demostró, en la secuencia que nos atañe, cómo el espacio tan doméstico, reservado e íntimo del cuarto de baño podía ser vulnerado atrozmente: la ducha no ha sido lo mismo desde entonces por lo que respecta al cine de terror y aquella escena fue en su momento un acto subversivo.

Técnicamente, la escena es una lección de planificación y montaje. Rodarla en blanco y negro para amortiguar el efecto violento de la sangre tras las cuchilladas se convirtió en un paradigma: por la misma razón se exhibió en blanco y negro la secuencia de Kill Bill, de Quentin Tarantino, en la que Uma Thurman mata a los miembros del gang Crazy 88. Narrativamente, cargarse a la teórica protagonista a los 40 minutos de metraje era una temeridad.

Y por último, pero no por ello lo menos importante, Hitchcock rodó enteramente la película en blanco y negro después de unos cuantos filmes en sofisticado color (Atrapa a un ladrón, Vértigo, Con la muerte en los talones) para acercarse a la estética televisiva que entonces rivalizaba con la pantalla grande. Hitchcock había entendido que la televisión ofrecía grandes posibilidades expresivas, y no en vano fue el primer cineasta de Hollywood en crear su propia teleserie: Alfred Hitchcock presenta (1955-1962). El director de fotografía de Psicosis, John L. Russell, iluminó 75 episodios de esta serie.

Son legión los fans de la escena de la ducha. Uno de ellos es Alexandre O. Philippe, documentalista que le ha dedicado toda una película: 78/52. La escena que cambió el cine. 78 tomas y 52 cortes, en solo 45 magníficos segundos de metraje. Para el cineasta, representa «el nacimiento de una nueva era tanto narrativamente como desde el punto de vista de la técnica, siendo a la vez una película muy problemática, porque fue la primera vez que veíamos a una protagonista femenina, desnuda, sola y desesperada en un lugar que debería ser cómodo. Abrió todo un abanico de posibilidades».

La primera en aparecer en el filme de Alexandre O. Philippe es Marli Renfro. Se conoce la escena al dedillo: ella fue la doble de Janet Leigh, la modelo de cuerpo para las tomas de manos, piernas, espalda y vientre acuchillados, la misma que Norman envuelve en la cortina de plástico y deposita en el maletero del coche. Wrapped in plastic, como la Laura Palmer de Twin Peaks.

Los invitados al ritual van apareciendo poco a poco: el escritor Bret Easton Ellis; los directores Peter Bogdanovich, Guillermo del Toro, Karyn Kusama, Eli Roth, Richard Stanley y Mick Garris; el montador Walter Murch; y la actriz Illeana Douglas y el actor Elijah Wood. Rendidos a los pies de Hitchcock e iluminados en un blanco y negro que restituye la fotografía original de Psicosis.

Sin precedentes

Kusama, directora de Jennifer’s body, asegura que la escena de la ducha es «la primera expresión moderna del ataque a un cuerpo de mujer». Eli Roth, quien como actor blandía un bate de béisbol contra los nazis en Malditos bastardos y como director ha proporcionado terrores gore como el de Hostel, dice que lo más impresionante de Psicosis es que lo que cuenta le podía pasar a cualquiera en 1960: se estrenó después de la era atómica y justo antes de la explosión de violencia racial. Sin embargo, en una entrevista recuperada de Hitchcock, el cineasta asegura que el filme era un chiste, pero mucha gente se lo tomó en serio.

En 78/52 no aparece Gus Van Sant, director del remake casi plano por plano que hizo de Psicosis en 1998. Philippe nos cuenta que intentó «hablar con él un par de veces pero declinó participar, incluso después de que Bret Easton Ellis se lo pidiera». Sí están, sin embargo, su montadora, Amy Duddleston, y su compositor musical, Danny Elfman. Este recuerda que su madre le prohibió ir al cine donde se proyectaba el filme de Hitchcock pese a que le dejaba ver dos películas de terror cada fin de semana: Psicosis causó verdadero pavor e inquietud en la América que aún se identificaba con las estampas amables de Norman Rockwell.

El documental desgrana otros hechos sabidos y menos conocidos. Por ejemplo, que Hitchcock prohibió la entrada en la sala una vez iniciada la proyección, algo que hoy es completamente habitual en los festivales de cine. O que la escena de la ducha apenas ocupa unos párrafos en la página 28 de la novela original de Robert Bloch; en su descripción, le cortan la cabeza a la protagonista. Osgood Perkins, hijo de Anthony Perkins, deduce que el movimiento del parabrisas en el coche de Leigh en la secuencia previa presagia las cuchilladas en la ducha. Entre otras muchas cosas, descubrimos también que el cuadro que cubre el agujero en la pared por la que Norman observa a Marion antes de entrar en el baño es Susana y los viejos, de Tintoretto, un lienzo sobre, precisamente, el voyeurismo.