Longo es taxativo: «¿Qué busca? ¿Vivir más de 100 años? Entonces aléjese de la carne para siempre. Pero si no le importa vivir un poco menos al precio de darse algún que otro homenaje, tómese un filete de vez en cuando», afirma. La carne suele ser el principal aporte proteico de la alimentación humana y si algo distingue a la dieta de Longo es, precisamente, su carácter bajo en proteínas. «Hay una conexión directa entre las proteínas y el envejecimiento: no solo lo acelera, sino que además bloquea la regeneración celular», avisa. Los hábitats con regímenes bajos en proteínas manifiestan una menor tendencia a padecer cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares. La dosis recomendada por Longo es 0,8 gramos de proteínas por kilo de peso (60 gramos para una persona de 75 kilos), pero aconseja conseguirlas de pescados o frutas en detrimento de carnes, quesos o huevos. «Después de los 65 años sí conviene aumentar las proteínas para evitar anemias».