Tras pequeños papeles en títulos como ‘Gandhi’ (1982) y ‘Motín a bordo’ (1984), Day-Lewis saltó a la fama con esta película icónica de los 80, en la que encarnaba a Johnny, un joven punk que empezaba a llevar una lavandería del sur de Londres con un antiguo amigo paquistaní después novio. Así de sencillo, así de rompedor en su día. Al parecer, Day-Lewis escribió una carta al director Stephen Frears para asegurarle que, si no lo cogía, le partiría las piernas. Frears obedeció, por supuesto. Y acertó pasando por el aro. Con todos los respetos por Gordon Warnecke, encantador en el rol de Omar, aquí la estrella era Day-Lewis, quien poco después confirmó magnetismo en ‘Una habitación con vistas’.