En las últimas semanas ha habido un aumento de los partos en los campos rohinyás, donde hay registrados más de 1,1 millones de personas. La media de 60 nacimientos diarios, un total de 16.000 desde septiembre, se ha disparado después de cumplirse los nueve meses desde los ataques del Ejército birmano. En muchos casos, se trata de bebés engendrados por las violaciones que cometieron los soldados a niñas y mujeres de esta minoría musulmana.

Según representantes de la ONU, hubo una explosión de violencia sexual entre agosto y septiembre del año pasado, pero es imposible saber cuántos embarazos se gestaron por esos abusos. El representante de Unicef en Bangladés, Edouard Beigbeder, explicaba en declaraciones a Dhaka Tribune que las familias lo esconden por vergüenza.

Partos clandestinos

«Es vital que todas las nuevas madres y todos los recién nacidos reciban toda la ayuda y el apoyo que necesitan». Temen que muchas mujeres violadas se expongan a morir en partos clandestinos para luego abandonar a los bebés que no reconocen.

Se estima que solo el 18% de las madres que dan a luz acuden a centros de salud, y advierten de que «la invisibilidad de los niños no registrados aumenta su vulnerabilidad y el riesgo de que las violaciones de sus derechos pasen desapercibidas». Pueden quedar fuera del acceso a la educación y a la atención médica. Y mientras nuevas vidas llegan al mundo en Bangladés, sus progenitores sueñan con volver a su hogar, en Birmania. Los dos países firmaron un acuerdo de repatriación el 23 de noviembre que ratificaron el 16 de enero con un documento para facilitar el regreso de los rohinyás en un plazo de dos años. Pero continúa congelado.

Aunque Birmania sigue negando las acusaciones de violaciones, torturas, incendios y asesinatos, la ONU ya ha descrito la ofensiva militar como un «ejemplo de manual de limpieza étnica» y ve «indicios de genocidio». En un informe del mes pasado, además, incluyó el Ejército birmano dentro de la lista de grupos que practican la violación como arma de guerra, junto a Boko Haram y Estado Islámico.