-¿Dónde nació?

-En Cáceres, en 1980. Tengo 39 años.

-¿Puede hablar de sus padres?

-Mi padre se llama José María y mi madre, Pepita. Mi padre trabajaba en la Agencia Tributaria. Ahora está jubilado, haciendo crucigramas (risas) y colabora con el Banco de Alimentos. Mi madre es el alma de casa. Tengo un hermano, Francis, y una hermana, María José. Tengo cinco sobrinos: Álvaro, Andrea, Esther, Marcos y Mariángeles.

-¿Cómo recuerda su infancia?

-Soy el pequeño de los tres y siempre me han gustado las cofradías, sobre todo la de los Ramos.

-¿Dónde estudió?

-Primero en la guardería del Paseo Alto. Recuerdo con cariño a las maestras y al personal del centro: Loren, Pepi, Irene, Dori y Pili Murillo.

-Ah, Pili Murillo, la camarera de la cofradía de la Montaña...

-Eso es.

-¿Qué hacía en la guardería?

-Jugábamos al escondite y era muy travieso; ya no, ¡eh! (más risas).

-¿Después dónde fue?

-Al colegio San Francisco. Me daban clase Pedro Bohoyo, que ha fallecido hace poco, Isidoro, Fabián, y la profesora María. Recuerdo también a Vivas. Allí aprendí a escribir, hacíamos cuentas, jugábamos al fútbol...

-¿De qué equipo es?

-¿Yo? Del Barcelona.

-Bien, en eso coincidimos... ¿Y cuál es el mejor jugador del Barça?

-¡Messi, el rey de las Botas de Oro!

-Cómo barrieron el miércoles al Madrid en la Copa del Rey, ¿eh?

-Anda... Disfruté muchísimo viéndolo.

-¿Ha ido alguna vez al Camp Nou?

-Sí, con la Asociación Síndrome de Down (dice satisfecho). Con ellos me voy de vacaciones en verano.

-¿Después del colegio San Francisco, qué pasó?

-Me fui a Novaforma. Allí estaban Jose Pino, Josefina, Teresa, Antonio, Maribel Fuentes... Me dedicaba a hacer tornillos, gomas y a coser. Luego se vendían porque había una tienda en la plaza Mayor.

-De allí se marchó a la Asociación de Síndrome de Down...

-Exacto. Estamos en la plaza del Espíritu Santo. Estoy con Andrés Talavero, Elsa, Marta, Elena, Patricia, Maribel y Macarena. En la asociación hacemos papel maché, tableros, corazones, pintamos...

-Describa su día a día...

-Me levanto sobre las nueve de la mañana. Hago siempre mi cama; mi cama y la de mis padres. Friego los platos y barro. Luego viene el transporte y me lleva al centro. Allí como y regreso a casa sobre las cinco. Cuando llego leo; me gusta leer libros, periódicos, cosas de la Biblia... Veo la televisión, me gustan las películas, pero sobre todo los deportes; me encanta el programa ‘Los lunes al gol’, que presenta Nacho Torrico, con los análisis técnicos de Alberto Montes.

-¿A qué dedica su tiempo de ocio?

-Paseo con mi padre, voy a misa, acompaño a su casa al párroco de San Juan, don Ceferino. Luego vuelvo, ceno, rezo ‘Las Completas’, escucho ‘Radio María’ y me pongo un rato con el ordenador para leer ‘Mundo Deportivo’, el ‘Marca’ y el ‘As’. Después me acuesto.

-¿Ha tenido novia?

-Sí, un año. Nos conocimos en el centro. Se llama Mariló.

-¿Y era buena chica?

-Pues sí.

-Y guapa...

-Sí, lo que usted dice (más risas).

-Ahora la Cofradía de los Ramos le ha dado el Premio Palma de Honor 2019. ¿Cómo se siente?

-Muy bien. Contentísimo. Me gusta esta cofradía desde que era pequeño. Cargo con la Burrina el Domingo de Ramos, también con el Cristo de la Buena Muerte, con el Cristo del Perdón y con la Virgen de la Esperanza.

-Es preciosa la Esperanza...

-Sí, lo es. Además, a diario Antonio Mariscal, el sacristán, me da los incensarios para que les eche el incienso. En San Juan también está Javi, que toca el órgano. Yo participo en la Hora Santa.

-¿Desde cuándo es hermano de la cofradía de los Ramos?

-Desde que tenía 6 o 7 años. Los quiero mucho a todos, al mayordomo, Luisma, a Antonio Bazo, Sandra, Pilar, Pedro, José Manuel Martín Cisneros...

-¿Cómo se enteraron del premio?

-Pepita, madre de Jesús, toma la palabra: Estaba sola en casa porque mi marido tiene costumbre de ir al campo los miércoles. Me llamó Luisma, de la cofradía, y me dijo: «Hemos acordado por unanimidad darle a Jesús la Palma de Honor. ¿La Palma de Honor?, le pregunté; no lo esperaba. Sí, porque todo el mundo le quiere, es un niño que arrima el hombro, contestó». Me emocioné. Mi hijo llegó loco de contento a casa. Es un honor muy grande. La cofradía de la Virgen de la Montaña también le hizo otro homenaje en Concejo. Estamos muy contentos, porque a él todo lo que tenga que ver con la Iglesia le gusta mucho.

-¿En qué le gustaría trabajar?

-En la banda de música.

-¿Le hubiera gustado ser sacerdote?

-Claro. Es una cosa que la siento.

-¿Conoce a la alcaldesa?

-A Elena Nevado, sí; está muy guapa (risas) y la quiero muchísimo (más risas).

-¿Qué cosas le pediría a Elena Nevado para mejorar su colectivo?

-Mejoras para el centro, para que hagan una residencia de mayores; pero para mí no, para ellos... (risas).

-¿No quiere hacerse mayor?

-No. Yo no. Me siento muy bien, muy joven...

-Ahora está de moda la película ‘Campeones’, ¿la ha visto?

-Claro, salía Satur, el de ‘Águila Roja’. Me gustó mucho el papel de Jesús Vidal, el del Goya.

-¿Le gustaría trabajar en el cine?

-No. Lo que me gusta es tocar el tambor. Me están enseñando batucada. ¡Anda que no lo toco bien! Conozco a todos los que tocan en las bandas de la Semana Santa.

-Estábamos hablando de la película ‘Campeones’, pero los verdaderos ‘campeones’ no tienen trabajo. Solo el 19,5% de las personas con discapacidad intelectual de 16 a 64 años tiene empleo en España...

-Hay cinco chicos del centro que trabajan fuera.

-Pepita participa de nuevo: «Tienes que ganar tu dinerito, Jesús, para luego convidar a tus sobrinos». Pero él dice que con la crisis no se puede convidar a los sobrinos...

-Ha acertado, replica Jesús, (risas).

-¿Qué opina de los colegios de integración?

-Pepita relata su experiencia como madre: «Él fue de los primeros; lo pasamos mal al principio. Tuvo que pasar por un tribunal médico para ver si podía entrar en la guardería porque el tema del down era desconocido en Cáceres. Finalmente Jesús entró en la guardería y se portaron fenomenal. Con un año lo operaron del colon; las cuidadoras se volcaron, lo mismo que la directora; ella vio que era un niño al que se le podía sacar mucho partido. Ahora, eso sí, era muy travieso (risas). Allí estuvo hasta los 6 años. Entonces vieron que era más positivo que fuera a integración al San Francisco. Pedro Bohoyo era un encanto de persona, lo quería mucho y le enseñó palabrejas...

¿Qué palabrejas, Jesús?

-Filibustero y malandrín (carcajadas).

-Fue un buen colegio para él...

-Sí (contesta Pepita). Lo que ocurre es que llegó un momento, con 12 años, que aunque él corría y era muy adelantado, no llegaba a la capacidad de los niños que estaban allí. Y lo del coche (añade Jesús)...

-¿Qué coche?

-Ah, sí, que le pilló un coche (recuerda Pepita). Pues yo creo que desde entonces pusieron un semáforo. Los del colegio se volcaron en ese momento.

-¿Qué ocurrió?

-Él tenía 10 años, iba solo al cole. De pronto me llamaron para decirme: «Pepita, que a Jesús le ha pillado un coche». Le dieron un golpe, pero no le pasó nada. Lo llevamos a Urgencias y la cosa no pasó de eso. Él tenía mucho miedo de los perros, yo lo observaba, llegaba al puente de San Francisco y paraba a todos los coches, para eso tenía mucho espabilo. Pero un día lo vi quieto, quieto; y es que pasó un perro, y le daba miedo. Luego cogió mucha confianza y desde bien pequeño iba y venía solo de San Francisco a casa.

-Después fue a Novaforma...

-Nos dijeron que ya era mejor llevarlo a un centro de esas características. Y así lo hicimos. Pero luego supimos de la existencia de la Asociación Síndrome de Down y de su centro en Cáceres, y lo cambiamos. Estamos contentísimos. Se vuelcan con todos. Además, lo llevan a ver a la puerta antigua...

-Hicieron una actividad...

-Sí, hicimos de guías turísticos (comenta Jesús). Veíamos Santa María, San Mateo, Santiago, San Juan, los franciscanos...

-Jesús, es usted muy alegre...

-Sí lo es (corrobora su madre). Él lo ve todo positivo. Solo que se enfada si pierde el Barça; entonces le dice a la gente: por favor, no me pinchen. Es que lo del Barcelona le llega al alma.

-Es que el Barça es el mejor equipo del mundo...

-El Barça y Messi. Y la mejor cofradía, la de los Ramos (enfatiza Jesús).

-¿En estos 39 años se ha mejorado en materia de inclusión?

-No tiene nada que ver (defiende Pepita). Él ha vivido con el resto de niños y eso le ha aportado cosas muy positivas. De todas maneras mis otros dos hijos, desde que Jesús era muy pequeño, se lo han llevado a todos lados. Conmigo ha venido también siempre; tanto es así que un día en una reunión estaba Jesús un poco revoltoso en la silla y una señora me preguntó: «¿No tiene con quién dejar al niño?». Le contesté: «No. A mi hijo lo llevo a todos sitios». Y eso ha funcionado. Porque él es un niño muy educado, jamás se ha subido a un banco cuando íbamos a misa. Nunca ha hecho nada. ¿Por qué? Porque yo desde bien chico le he inculcado que tenía que guardar silencio, y se portaba fenomenal. Le han llevado a discotecas, a bailes...

-Y ha ganado copas...

-Sí. Dos. Las tengo en Zarza de Montánchez, de donde son mis padres y paso los veranos. Aprendí a nadar desde muy pequeño en la piscina del pueblo. Allí hay buenas bellotas (carcajadas).

-¿Cómo se enteraron de que Jesús tenía síndrome de down?

-Pepita lo relata: Pues mire, mi hija María José tenía 15 años, y mi hijo Francisco Javier, 14. Me dijeron que ya no podía tener familia, y me sorprendió el embarazo. Le pedía mucho a Dios que mi bebé tuviera vocación, que fuera sacerdote. Y me decía: «Este va a ser el que nos ayude». Y no sé por qué me atraían los niños con down. Cuando nació, Mingo y Antoñita, que fueron los que me asistieron, le miraban mucho la mano. Pero luego, fuimos a Aparicio, el pediatra, y le miraba mucho la cara. Dijo: «Los mofletes de este niño...» Yo le contesté: «Los mofletes, como mi suegro». Le estoy hablando a los cinco o seis días de haber nacido. El pediatra no hacía más que mirarle la mano, porque la M esta que tenemos en la palma, ellos la tienen cortada. Aparicio me dijo: «Va a tener down». Yo le contesté: «Ni te lo pienses, Jesús qué va a tener down». Hombre, yo lo que le veía es que tenía el vientre como los niños de Biafra. Yo decía: ¿cómo es posible, es que esto no me lo creo? José María, mi marido, tampoco. No lo creíamos. Estoy suscrita a la revista ‘Mundo Cristiano’ y en uno de los números escribió Mariano Medina, el hombre del tiempo, que tenía un niño con down. Me llegó al alma lo que contaba. Decía Medina que por qué a unas personas les podía favorecer Dios con un niño down y a otras, no, porque tener un niño con síndrome de down era un regalo de Dios. Al principio no lo entendía, pero después comprendí que Dios nos había puesto en el camino a este niño, que era verdaderamente un regalo de Dios. Jesús se preocupa de mis hijos, de mis nietos... Es que es así. A su padre lo abraza más que a mí (risas). Ahora toma la palabra Jesús: «Mi padre me hacía las carretillas». Y José María, su padre, contesta: «Sí, le hacía las carretillas para que anduviera, para que tuviera agilidad en las piernas y en las manos. Nos íbamos a la Ciudad Deportiva, a jugar al fútbol...»

-¿Y el futuro, cómo lo ven?

-Pues en una residencia, como nosotros, dice Pepita. Él da cariño a todo el mundo y donde quiera que esté le van a querer.

Es hora de terminar la entrevista. Le regalo a Jesús una estampa de la Virgen del Rosario, porque a Jesús le gustan mucho las estampas. Besa la imagen, la guarda en el bolsillo de su camisa y le pide a su madre: «Mamá, ahora una Coca Cola con patatas fritas».