Los virus se distribuyen y sobreviven en determinados muebles y objetos atendiendo a factores como la temperatura y humedad del ambiente, el tipo de material y la tendencia de los humanos a tocar más unos objetos que otros.

De esta forma, los virus se concentran más en aquellos objetos muy manoseados. Además, el tipo de material del objeto influye mucho en el tiempo de supervivencia del virus sobre él. De esta forma, objetos lisos y duros como la madera, el plástico o el metal son los mejores lugares para que el virus sobreviva más tiempo.

En cambio, materiales porosos y blandos como el papel y la ropa ofrecen menos garantías para su supervivencia. Por todo lo anterior (material idóneo para los virus y manoseo constante), los teclados y ratones de ordenador, móviles y los pomos de las puertas suelen ser los principales asentamientos de los virus del resfriado y también los principales focos de contagio indirecto.

Aún así, el tiempo de vida de los virus del resfriado fuera del cuerpo humano es muy variable y pueden sobrevivir desde solo unos segundos hasta varios días. ¿Y cuánto aguantan los virus del resfriado en las manos? Probablemente alguien se lo estará preguntando en estos momentos. La respuesta es que suelen durar unos pocos minutos, pero eso es tiempo suficiente para que las manos sean el primer foco de contagio indirecto del resfriado entre personas.

Aunque las epidemias de resfriados suelen darse principalmente durante el periodo invernal, en realidad, los resfriados pueden producirse en cualquier estación del año porque los virus están «circulando» constantemente.

Por eso, en estaciones del año tan dispares del invierno, como puede ser el caluroso verano, también se dan casos de resfriado aunque, eso sí, en mucho menor número.

Uno de los principales factores que propicia los resfriados durante el periodo estival es, sin duda, el aire acondicionado. Aunque este imprescindible elemento nos mantiene alejados de temperaturas extremas durante los meses más calurosos, julio y agosto, también conlleva un pequeño riesgo y es el de sufrir con mayor probabilidad un resfriado.

De hecho, según la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica, la inadecuada utilización del aire acondicionado propicia la mitad de los resfriados en verano.

¿De qué forma el aire acondicionado fomenta los resfriados? Por un lado, al bajar la temperatura en un recinto o habitación, se mejora las condiciones de supervivencia de los virus del resfriado, por otro, la recirculación del aire acondicionado tiende a resecar las mucosas de la nariz y demás vías aéreas por ser un aire más seco, haciéndolas más vulnerables a una infección (como resfriados, pero también pueden darse faringitis, laringitis, etc).

Hoy en día, no hay nada que cure un resfriado y lo único que podemos hacer para pasarlo de forma más llevadera es recurrir a tratamientos que alivien los síntomas hasta cierto punto. Sin embargo, los mitos y las tradiciones abundan entre ellos, lo que lleva a que se recurra a tratamientos sin ninguna eficacia demostrada.

El primer ejemplo es la vitamina C. Pese a que la «sabiduría popular» lo considere uno de los remedios más efectivos, lo cierto es que no es más que un mito. Múltiples ensayos clínicos han puesto a prueba su supuesta eficacia y no se ha demostrado que resulte útil en prevenir el resfriado o mejorar los síntomas. Su único posible beneficio (y es muy discutido) es un ligerísimo acortamiento en la duración del resfriado.

Otro ejemplo son los mucolíticos, jarabes que se venden para, supuestamente, fluidificar el moco y así facilitar su expulsión. Pues bien, aunque se vendan en la farmacia y no falten médicos que lo receten, lo cierto es que no existen ensayos clínicos que avalen su eficacia en personas normales. De hecho, en muchos libros de farmacología se consideran fármacos de nula o dudosa eficacia en resfriados.

Que los mucolíticos se receten y se compren tiene aún menos sentido cuando se conoce y está comprobado que el mejor método mucolítico para la fluidificación del moco es, además, muy barato: ¡el agua! Basta beber abundante agua para fluidificar los mocos y facilitar su expulsión.

Pese a que está muy claro que los resfriados se encuentran en su mayor apogeo al final del otoño y durante los meses de invierno, causando epidemias, lo cierto es que la ciencia sigue sin tener demasiado claro de qué forma el frío interviene en este fenómeno. Entre las hipótesis que se barajan al respecto se encuentran las siguientes:

. Los virus sobreviven mejor

Durante el invierno se dan las mejores condiciones de temperatura y humedad para la supervivencia de los virus del resfriado, lo que propicia una mayor exposición a éstos.

. Contagio más fácil

El frío del invierno provoca que la mayoría de las personas tiendan a permanecer durante más tiempo bajo techo; lo que, de forma indirecta, favorece el contagio entre ellas. Uno de los hechos que apoya esta hipótesis es que suelen darse picos epidémicos de resfriados en septiembre y enero, meses que coinciden con la vuelta a la escuela y al trabajo, lugares donde muchas personas se encuentran cerca en la misma habitación o recinto.

. Peores defensas

La exposición al frío produce una disminución de la capacidad defensiva de las mucosas de las vías aéreas superiores, haciéndolas más vulnerables a los virus del resfriado.