Uno de los versos de la oda de Yung Beef, primer espada del trap en España, a Rosalía que incluye su mixtape A.D.R.O.M.I.C.S. 4 dice: «New new wave, tú estás repetida». Cuando se publicó esta canción, la joven de 25 años de Sant Esteve Sesrovires estaba de lleno en la gira de su primer disco, Los Ángeles (Universal, 2017), que había cocinado junto a Raül Fernández, Refree. Un álbum de homenaje al flamenco con la muerte -tema muy presente en este género- como eje vertebrador del trabajo. La abrazaban los elogios y la pellizcaban las críticas de los más puristas (apuntaban hacia la guitarra, no flamenca). «Tú estás repetida», les diría Yung Beef a estas últimas voces encorsetadas.

Por todo ello, por el runrún y, evidentemente, por su obra -la conocida y la que se avecina-, Rosalía Vila Tobella se ha convertido en el nombre del año y el gran fenómeno del verano, cuando la música se comparte más que en cualquier otra época. Prueba de ello son sus apariciones estos últimos meses en medios del caché de The New York Times, The Guardian, Billboard… Una mujer, paya y catalana encabezando titulares sobre flamenco. Primer apunte: un motivo para celebrar y reivindicar como de permeable e influyente ha sido la cultura gitana en la sociedad. Y segundo, que rima con pregunto: ¿por qué es la abanderada del flamenco una paya?

Cabeza bien amueblada

En el centro de la cuestión se ha colocado a Rosalía, de la misma manera que no se ha brindado esta posición de privilegio a otras artistas gitanas. Una mirada sesgada y un debate que deberían afrontar aquellos que mueven los focos y crean relato, desde el público hasta la prensa, fuera de nombres propios. El talento de Rosalía parece evidente. Y su cabeza, cuenta quien la conoce bien, está muy bien amueblada.

Volviendo al verso de Yung Beef, Rosalía representa esa «new new wave» que, más allá de sus evidentes diferencias, pueden abanderar ambos. Una nueva generación de artistas que huyen de etiquetas y de modelos, y abrazan la experimentación. Forma de ser, de crear y expresar que aún se ve con recelo desde según qué óptica. Rosalía defiende que su trabajo es de «inspiración flamenca» o que el flamenco, disciplina que estudia desde los 13 años, es el origen de toda su música. Sin ser familia de artistas, la joven dice que descubrió a Camarón de la Isla en el parque con sus amigos y la golpeó por dentro. Estudió, investigó y se pateó garitos y tablaos. Al mismo tiempo, también escuchó y aprendió de otros géneros que ahora supuran en sus canciones, como el rap, el r&b o el soul. Su abanico de referentes siempre ha sido muy amplio, también fuera del flamenco.

Un buen empujón hacia los sonidos urbanos que siempre la han inquietado fue Antes de morirme, tema triunfador del verano del 2016 interpretado con C. Tangana. A partir de ahí, el vértigo se apoderó de su carrera. Por aquel entonces, el periodista Luis Troquel ya le había presentado a Refree, con quien precisamente conectó hablando de Kendrick Lamar, Kany West, James Blake y de trap. Los Ángeles estaba en camino. Más tarde era nominada como cantante revelación en los Grammy Latino 2017, su gran escaparate al mundo. Y llegó el verano, con la cantante ya convertida en fenómeno: además de rodar con Pedro Almodóvar la película Dolor y gloria, y sus canciones las han bailado desde el clan Kardashian a Halle Berry.

La mezcla de tradición con sonidos modernos es quizá el motivo por el que Rosalía ha entusiasmado a jóvenes ajenos al flamenco. Eso y que es de su generación, que se muestra por redes sociales con esa aparente transparencia que se tiene en internet.

Inquieta y trabajadora incansable, durante la gira de Los Ángeles ya estaba dando forma al que será su segundo disco, El mal querer (Sony), que produce con El Guincho. Un trabajo que ya empezó a forjarse en el ESMUC con el productor canario. Una vuelta de tuerca más a la etiqueta de neoflamenco que le han colocado para acercarlo al gran público. El mal querer se prevé que salga entre finales de septiembre y principios de octubre, aunque lleva todo el verano presentándolo en directo.

De una puesta en escena puramente flamenca, cantando sentada al lado de Refree y su guitarra, a llenar la pista bailando con un séquito de acompañantes. Lo de bailar no le viene de nuevo, pues también lo estudió desde cría. Siempre había tenido la idea de bailar y cantar, cuentan allegados. En el Sónar, donde defendió por primera vez el espectáculo, desbordó expectativas y cautivó a las plumas. Salió de ahí siendo Beyoncé (miren, si no, hemerotecas).

Hasta el momento se conocen dos canciones de su nuevo trabajo, que deambula por otro tema muy propio del flamenco: lo oscuro que rodea al amor. Malamente, con su ya célebre ¡tra-trá!, tuvo su provocativo primer adelanto con el videoclip de la productora catalana Canadá (se dedican a vender cosas, a la publicidad), en el que se la presenta entre constantes referencias al mundo gitano y que hizo explotar el debate por las acusaciones que recibió de apropiacionismo cultural. Millones de reproducciones después en Youtube, sacó su canción sobre los celos en la pareja, Pienso en tu mirá, con casi igual éxito y también con algo de murmullo.