Day-Lewis optó, de nuevo, por una marcada teatralidad para dar (oscura) vida al magnate del petróleo Daniel Plainview en esta historia de familia, avaricia y religión. Se metió en la California de finales del XIX, principios del XX leyendo cartas de la época, e ideó una voz para el personaje escuchando grabaciones de John Huston. Sus esfuerzos por quitar toda connotación de diversión al concepto «batido» le valieron su segundo Oscar. El actor Paul Dano se asustó cuando, en esa climática escena de la bolera, las bolas lanzadas por Day-Lewis empezaron a coger cada vez más vuelo: «Vi que se estaba metiendo mucho en ello. Una bola botó y me dio en la pierna».