Chicago

EEUU

(1957)

CEO

de IBM

Si una cosa le gusta a Ginni Rometty, CEO de IBM desde el 2012, es describir parábolas de personas hechas a sí mismas en las que ella es la protagonista. Por ejemplo: «Cuando era joven, mi padre se fue y dejó a mi madre con cuatro hijos a cargo y sin dinero, ni casa, ni comida -dijo hace poco en un sanedrín de tecnológicas-. Y mi madre, sin título universitario, volvió a la escuela y nos dijo: ‘Esto no va a acabar así, tendréis una oportunidad’. De ella aprendí que no debes dejar que otra persona te redefina».

Sobra decir que ese te redefina de Rometty es altamente polisémico. En su caso, lo mismo sirve para evocar cómo una chica de los suburbios de Chicago escapó a su destino graduándose con altos honores en computación e ingeniería, que para explicar cómo se las apañó para romper el techo de cristal o convencer a inversores y analistas de que el gigante que pilota tiene tanto futuro como pasado.

Casada con el inversor petrolero Mark Anthony Rometty y sin hijos, empezó a trabajar en IBM en 1981 como ingeniera de sistemas, y pasó por ventas y management. Desde que ocupa el primer sillón, el fabricante de ordenadores ha profundizado en los servicios: se ha adentrado en el internet de las cosas con la plataforma de meteorología The Weather, que genera cuatro gigas de datos por segundo, y en la inteligencia artificial con Watson, que permite tomar decisiones a partir de datos. «El gran reto -dice- es cómo converir el big data en inteligencia». O sea, cómo rentabilizar la información que vamos regalando a golpe de clic.

Durante más de cinco años, la ganancias de IBM cayeron, lo que llevó a The Wall Street Journal a calificarla de «CEO de bajo rendimiento». Los últimos resultados, sin embargo, han sido positivos, lo que está permitiendo que esta clásica en las listas de personas influyentes de Bloomberg y Forbes -y una de las tres mujeres con derecho de admisión en el club de golf Augusta National- se apunte una muesca más en su lucha contra las adversidades.