Pero la película que le convirtió en astro del cine, y que le valió su primer Oscar, fue este ‘biopic’ de Christy Brown, escritor y pintor que sufría de parálisis cerebral severa. Con este proyecto empezó nuestro héroe a poner en práctica seriamente el ‘método Stanilavski’: la inmersión en el personaje hasta profundidades dolientes. Day-Lewis pasó ocho semanas en una clínica de parálisis cerebral en Dublín y aprendió a escribir y pintar como lo hacía Brown, con su pie izquierdo. Pasando del tópico del tullido bondadoso, sacó del personaje, como señaló el crítico David Thomson, su «rabia y sexualidad».