La corporación municipal de Mérida, encabezada por el alcalde Pedro Acedo, renovó ayer el voto de la Inmaculada Concepción, en un acto religioso celebrado en el convento de las monjas encerradas concepcionistas, a las que un año más entregó el bastón de mando, en un misa oficiada por el arzobispo emérito, Antonio Montero.

Algunos miembros del gobierno local como los concejales De la Rubia, Vargas, Calamonte, Robustillo, López del Cid, Calvo y Molina, y el edil socialista Angel Caballero, además de Acedo y Montero, partieron en procesión desde el ayuntamiento hasta el convento. Una vez allí, el alcalde recordó esta tradición que comenzó hace 384 años, para proclamar y defender la Inmaculada Concepción de María más de 200 años antes de que lo hiciera el propio Papa Pío IX, que proclamó hace 150 años el dogma de fe de la Virgen.

Durante su discurso, Acedo explicó que la ciudad proclamó en 1620 "que estaba dispuesta a defender hasta con su sangre" a la Inmaculada, y renovó el voto concepcionista "para cumplir así el deber que a Mérida le reservó la historia". También expresó sus "deseos de paz en el mundo", y pidió a la Virgen que bendiga a los extremeños.

SANTA EULALIA Esta tradición abre los actos religiosos en honor a santa Eulalia, a la que el arzobispo emérito considera "reflejo de la Inmaculada", según manifestó ayer en su homilía.

Así, esta mañana cientos de feligreses recorrerán los 23 kilómetros que separan la ermita de Perales en Arroyo de San Serván del hornito de santa Eulalia, y por la tarde se celebrará la procesión que llevará a la mártir desde su iglesia hasta la concatedral de Santa María.