Los acontecimientos se desarrollaron hace más de cincuenta años, el día de la Virgen del Pilar el 12 de octubre de 1953. Se celebraba la Feria Chica, la feria de los gitanos. El rodeo estaba ubicado a la salida del puente romano en la margen izquierda del río Guadiana.

Los protagonista de esta historia fueron Antonio Fouto Poboa, portugués, que murió hace 22 años en la ciudad de Mérida, casado con una entrañable mujer, la calamonteña Angélica Carvajal Espinosa. Tenían un comercio en la carretera de Alange donde ya toda su vida estuvo vinculado a esta zona, hasta su muerte. Tuvo tres hijos, José, Juan y Fernando. El mayor José Fouto Carvajal fue el presidente del Mérida que subió al equipo por dos veces a Primera División y Mérida vivió una etapa deportiva única e irrepetible.

La otra persona de esta heróica actitud fue Eduardo Rodríguez Ruiz, casado con Antonia López Cerrato y que tuvo cuatro hijos Eloisa, Ana María, Eduardo y Rocio. Estuvo trabajando en el matadero y en una empresa de transporte. Ya está jubilado y recuerda perfectamente lo que ocurrió.

LA HISTORIA Los hechos se contaron en toda la prensa nacional y un conocido periodista emeritense, Tomás Rabanal Brito, fue notario de este acontecimiento y quien lo narró para que hoy, otro periodista, lo cuente para que conozcamos estos hechos.

Una niña de nueve años, Carmen Díaz Bustamante, de etnia gitana, estaba junto al río cerca del primer descendedero del puente romano que se encuentra en la parte izquierda saliendo de Mérida para el rodeo. Sin saber las causas se adentró y al intentar salir se dio cuenta que no podía y comenzó a gritar y pedir socorro. Su madre, Manuela Bustamante Saavedra, y una tía, Julia Saavedra Fernández, que estaban con la niña se lanzaron a por ella y como no sabían nadar las tres estuvieron a punto de perecer ahogadas si no hubieran intervenido de forma inmediata y con riesgo de sus vidas Antonio Fouto Poboa y Eduardo Rodríguez Ruiz. Se lanzaron al agua y pudieron sacarlas. Los gritos de las tres mujeres atrajeron a mucho público que presenció este salvamento.

LA CONDECORACION Los dos hombres, sin despojarse de sus ropas, se lanzaron en mitad del remolino y lograron sacarlas cuando estaban sumergidas, la niña Carmen Díaz Bustamante tuvo que ser trasladada a la Casa de Socorro en grave estado. Después de ser atendida por los servicios médicos del hospital San Juan de Dios que, estaba al lado, la recuperaron. Ambos protagonistas no le dieron importancia, Eduardo Rodríguez aún vive y recuerda con toda clase de detalles aquellos trágicos momentos que acabó en un final feliz.

Las autoridades, al conocer los hechos y, un grupo de amigos, hicieron las diligencias oportunas para la concesión de un reconocimiento popular, otros pidieron que se les entregara una condecoración por este acto heróico.

Las autoridades de la ciudad olvidaron el caso y ninguno de los dos recibieron ni una carta ni la pedida condecoración. Un portugués y un español, sin conocerse, se lanzaron ambos a salvar tres vidas humanas y lo consiguieron, esa fue la mejor recompensa y ellos sabían que lo principal era su actuación humanitaria. Dos hombres con distinta nacionalidad a la hora de salvar tres vidas, sin conocerse, se unieron de forma espontánea para cumplir con un deber de sensibilización. Que este reportaje sirva como reconocimiento que no tuvieron hace 50 años.