TDticen que "la obra humana más bella es la de ser útil al prójimo". Cita clavada para describir a un buen hombre que dedicó gran parte de su vida a la sociedad emeritense, llenando de ilusión a varias generaciones de jóvenes. Agustín se hizo cargo del Imperio en 1956, recogiendo de la calle a una docena de muchachos que les daban patadas a todo lo que se cruzaba en su camino, menos al balón, que entonces escaseaba. El escenario era el pos-racionamiento. Agustín era presidente, entrenador, educador, amigo, confidente de amoríos, y muchas cosas más. Además de transmitir los valores deportivos, supo impregnar a esta muchachada de otras ilusiones más allá del fútbol, como el cine, la música y la literatura.

Persistir en esa línea, transmitiendo esos valores a cientos de muchachos y llevando a su club, el Imperio, a las más altas cotas de éxitos deportivos y sociales, compitiendo con los más grandes a nivel nacional, es una proeza, sobre todo con una economía en crisis permanente, con la incomprensión de los poderes públicos, la prepotencia de los más próximos a esos poderes y los celos de quienes no entendían cómo se podía hacer tanto con tan poco.

En la línea cainista que predomina en nuestra ciudad, Agustín se ha ido sin recibir el reconocimiento oficial de su pueblo a una ingente labor desarrollada altruistamente a favor de una juventud necesitada de esos valores que les transmitió y cuya responsabilidad correspondía a otros estamentos, pero estos están alejados de la realidad de sus ciudadanos. No obstante, ha emprendido su camino con un rico bagaje y por patrimonio, una estampa de su Nazareno, una bufanda con el escudo de su club y el cariño de la gran familia del Imperio.

* Veteranos del Imperio C. F.