En cuerpo y alma. Así desempeña Amalia Franco su tarea como vicepresidenta de la Asociación Oncológica de Extremadura. La detección de un cáncer de laringe en el año 1997 hizo que, a partir de entonces, su vida se centrara en el voluntariado para ayudar y colaborar con los pacientes y familiares de esta enfermedad.

-¿En qué sentido cambió su vida cuando le detectaron el cáncer?

-A raíz de que me diagnosticaron cáncer de laringe te cambian los parámetros completamente. Piensas que la vida hay que aprovecharla de otra manera, viviendo cada momento, pero además sabiendo que podemos hacer mucho por los pacientes que están en la misma situación por la que hemos pasado nosotros, ya que en su momento nos ayudaron y ahora nos toca a nosotros. Empecé en la Asociación de Laringectomizados de Extremadura, pero al poco tiempo tuve conocimiento de la asociación oncológica y vi que se podía compaginar porque al final todos estamos unidos por el mismo apellido del cáncer. Finalmente, solicitamos abrir una delegación en Mérida y aquí llevamos desde el año 2004.

-¿Ha cambiado mucho la percepción de esta enfermedad?

-La percepción sobre el cáncer ha cambiado completamente en los últimos años porque antes era una palabra tabú que no se nombraba y hoy, afortunadamente, muchos enfermos han pasado a verla como una enfermedad crónica sobre la que hay que tener controles pero cada vez tiene un índice de supervivencia mayor.

-¿Cómo hay que hacerle frente?

-El miedo te acobarda y al acobardarte vas creyendo cada vez menos. Cuanto más valiente es la persona, antes se lanza para cambiar las cosas. No nos podemos lamentar de lo que tenemos y pensar siempre que me muero.

-¿Qué papel tiene la asociación?

-En la asociación hemos ayudado a muchísima gente. Luchamos porque se haga un tratamiento personalizado, aunque ya se vayan haciendo más. Somos reivindicativos pero con un orden, no se puede pedir el cielo y tenerlo en un segundo. Ahora tenemos más aceleradores lineales para los tratamientos. Se va evolucionando y los tratamientos van siendo menos agresivos, por lo que los pacientes tienen menos secuelas entre comillas. Por ejemplo, antes una persona que tenía metástasis en el cáncer de mama se moría, pero ahora ya hay tratamientos mejores y esperemos que algún día lleguemos al 100% de supervivencia. Desde la asociación reivindicamos que se invierta más en investigación, porque lamentablemente en estos tiempos de crisis económica ha caído la inversión en un 40%. Me parece una verdadera barbaridad porque la salud es un bien muy necesario y no es cuestión de ocio. La ciudad de Mérida cuenta con buenos tratamientos para la enfermedad y ahora nos van a cambiar uno de los aceleradores.

-¿Hay suficientes voluntarios?

-En la asociación solicitamos siempre más voluntarios porque pueden ayudar para cualquier cosa, no tienen que estar en un contacto directo con el enfermo. El que quiere tener contacto para visitar a los enfermos o acudir a los desayunos solidarios en el hospital puede hacer un curso de formación continua. Al final es una cadena que cada vez te vas atando más a ella porque hay mucha gente que te necesita.

-¿Es solidaria la ciudadanía?

-La verdad es que sí que hay bastante solidaridad, porque aunque muchas veces a la gente le cuesta arrancar, al final se comportan y colaboran con las actividades y eventos que realizamos. Lo que sí es cierto es que la gente es bastante reacia a hacerse socia de la asociación, aunque lo bueno es que por otra parte colaboran y aportan donativos.