Los buzos de la Guardia Civil que llevaban casi dos días rastreando las aguas del embalse de Proserpina hallaron al mediodía de ayer el cadáver de Julio R.C., un hombre de 80 años que desapareció el pasado domingo cuando nadaba en una zona cercana al puesto de la Cruz Roja ubicado en este lago. Con esta son ya tres las víctimas ahogadas en La charca en los últimos tres años, según fuentes que trabajan en este lugar y lo conocen muy bien, Julio R. C., era un hombre muy conocido en Mérida y un nadador habitual que había cruzado de orilla a orilla el embalse en varias ocasiones cuando era más joven, a juzgar por quienes le conocían, aunque su avanzada edad y una reciente operación de rodilla habrían mermado su condición física. La familia del fallecido mostró ayer su agradecimiento a la Guardia Civil, Cruz Roja, Policía Nacional y Policía Local por el esfuerzo que han realizado; así como a los ciudadanos que se han interesado por la situación.

Las labores de búsqueda comenzaron poco tiempo después de las seis de la tarde del domingo, tras el aviso al 112 por parte de unos testigos. Sin resultados, buzos de la Guardia Civil de Badajoz y Sevilla intentaron localizar al anciano durante todo el pasado lunes hasta que ayer en torno al mediodía uno de ellos lo avistó a once metros de profundidad, a unos 100 metros del lugar peinado con anterioridad por indicaciones de los testigos.

Julio R.C., fue durante años trabajador del conocido Sanatorio de la Radio, además de profesor en la antigua escuela de Maestría, por lo que muchos ciudadanos lo conocían.

OTRAS MUERTES Pero la suya no es la única muerte que se ha producido en Proserpina. Hace dos años se ahogó un ciudadano extranjero, y en agosto del 2006 un vecino gallego mientras pasaba unos días de vacaciones en la ciudad. Se da la circunstancia de que, como en el caso de Julio R.C., este fallecimiento también se produjo en las proximidades del entonces antiguo puesto de Cruz Roja que llevaba abandonado quince años y que ha rehabilitado el gobierno actual.

En este sentido, el alcalde de Mérida, Angel Calle, que ha seguido este caso muy de cerca, señaló ayer que este hecho no va a suponer que se incremente el tiempo de vigilancia de esta zona, por lo que el puesto seguirá abierto en verano hasta el 31 de agosto, pese al ambicioso proyecto de remodelación que se acomete en toda la zona. "La tradición es que la gente no se bañe allí desde septiembre", por lo que, en principio, la vigilancia no cambiará. Además, dijo, "no hay dinero para más y Cruz Roja tampoco puede más tiempo".