Le tengo la pista perdida a MacArthur. El otro día fui a la cueva donde moraba, detrás de la iglesia de la Antigua, pero no encontré rastro de él y mira que me extraña porque solía ir dejando huella allá por dónde pasaba. En sus buenos tiempos, que los tuvo pues vendía cupones a granel, me asesoraba en los partidos de fútbol: «Ha sido el 6» me decía, cuando yo no era capaz de distinguir al Zorro (Pla, por supuesto) en aquellos embarrados y añorados partidos del vetusto Romano, nada como la Tercera para tardes felices.

Con MacArthur hablaba mucho del tiempo porque parecía zahorí, quizá porque necesitaba vitalmente encontrar agua dónde fuera. Como estoy preocupado por la pertinaz sequía, quería conocer sus previsiones sobre las variables atmosféricas en latitudes emeritenses que, como es bien sabido, dependen del intercambio de masa y presión: o bien el anticiclón de las Sindicales o la oscilación del Atlántico Fondo Norte (allá por Cantarranas que por cuestiones climáticas está al Sur).

MacArthur, muy acostumbrado a las inclemencias subtropicales e incluso a las subpolares, solía acertar (como en el fútbol, cuando hacía un receso tras recorrer toda la tribuna vendiendo suerte) y predecía estas cosas con tino: «Tan larga que las vacas darán leche en polvo». O, propiamente: «Mas seca que el ojo un tuerto» pero esto, ocurrió hace tiempo, por lo que colijo que esta sequía ni es tan tremenda ni será la última y, si Dios quiere, espero sufrir más sequías.

Lo peor que nos puede pasar es que nos suban el precio del agua, a todos o a unos pocos (está confirmado que los del PP corrompen el agua) pero, seamos realistas, esto no es Somalia pese a las nubes secas, el sol punzante y el frío. Aquí ni la tierra está agrietada ni la gente se muere de hambre, claro que los somalíes, ¡nos pillan tan lejos! Tan lejos como mi colega MacArthur ahora.