Es raro el día que algún ciudadano de Mérida o incluso alguna institución social pública o privada de la ciudad no pregunte por la tan cacareada construcción del Archivo Regional de Extremadura, en el barrio de El Prado.

Es al menos sugerente y extraño que para una obra de tal trascendencia y magnitud solo estén tres o cuatro empleados en el tajo y en determinados días, escasamente dos a la semana. Se ve que el ritmo de los trabajos que se realizaban en aquellos primeros siglos de nuestra era continúa por inercia y es prorrogado a macho y martillo por la Junta, pues las edificaciones que se realizan en nuestra ciudad vienen tardando tantos años en construirse como los monumentos romanos en su día.

Allá por diciembre del año 2009, la Consejería de Cultura y Turismo anunció a bombo y platillo la inminente ejecución del proyecto, después de que el arquitecto Meri Cucart, profesor de proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia, ganara el concurso de ideas con un edificio singular; cosa que a todos los emeritenses nos llenó de orgullo.

Unos meses después, justo en el mes de abril del 2010 y antes de que comenzara la obra, la Consejería de Cultura anunció el retraso de la misma dos meses, debido al mal tiempo que se avecinaba, y fijó el acto oficial para la colocación de la primera piedra como muy tarde para principios del mes de mayo, cosa que tampoco ocurrió, no sabemos por qué.

La obra prevista con un plazo de ejecución de poco más de dos años debía haber terminado a mediados del 2012, pero desde el comienzo de la misma, se han sucedido varias paradas, sin que la consejería ni ninguna entidad pública haya dado explicaciones del retraso.

Este es un ejemplo más de que las obras públicas en Mérida se eternizan una tras otra, sin que nadie dé respuesta a los retrasos y al deterioro que sufren; aunque parece bien cierto que reciben el beneplácito de la ciudadanía, con su bien reconocida apatía.