El ayuntamiento y Extremeña de Grasas vuelven a encontrarse en el camino, pero esta vez no por los malos olores, que ya han desaparecido, sino por la solicitud para conseguir la Autorización Ambiental Integrada (AAI) realizada por la empresa a la Junta y que ha sido remitida por la Dirección General de Evaluación e Impacto Ambiental al consistorio. Por este motivo, se ha abierto un periodo de exposición al público para que los vecinos que se sientan afectados puedan expresar sus quejas.

La concesión de la AAI es un requisito necesario para legalizar este tipo de empresas en la Unión Europea.

Este es uno más de los pasos que la Junta de Extremadura está dando para tramitar la autorización ambiental, para lo que también exige una descripción de la actividad.

El proyecto presentado por la empresa se redacta para adaptar las instalaciones existentes de la planta de transformación de subproductos animales, no destinados al consumo humano, a la ley de Prevención y Control Integrado de la Contaminación. Los subproductos proceden principalmente de mataderos e industrias cárnicas para su modificación en grasas y harinas cárnicas.

Extremeña de Grasas tiene una capacidad de tratamiento de 95.000 toneladas anuales. La secuencia del proceso industrial comienza con la recogida de los productos, la trituración, la fundición y el filtrado. El resultado se esteriliza, prensa y muele. Posteriormente se hace una limpieza de la grasa y se lleva a cabo un tratamiento de los vahos.

Las instalaciones de Extremeña de Grasas ocupan una superficie de 5.434 metros cuadrados construidos en una parcela de 20.000 metros cuadrados.