Las calles peatonales de la ciudad, antes de hacerse peatonales, tenían una dirección, ahora dos y con más circulación que nunca.

Las calles Concepción, Obispo y Arco, Sancho Pérez, San Juan de Dios, San Salvador, parte alta de San Francisco y Moreno de Vargas son un trasiego de vehículos con peligro constante para los peatones y con embotellamientos continuos. Estas calles, que sólo deberían entrar los vehículos que tienen cocheras, se encuentran con toda clase de obstáculos, incluso para acceder a sus cocheras.

Coches, furgonetas y camiones en el entorno a la Asamblea de Extremadura forman un laberinto de difícil solución.

Sin olvidar que a escasos metros están varias consejerías con cientos de funcionarios y ciudadanos a consultar algún problema o resolver un asunto de su interés.

Se abren y se cierran calles peatonales y aguantas el tiempo necesario para resolver la circulación. Sin que te falte la paciencia, que esa es otra virtud que hay que mantener a toda costa.

La policía local se las ve y se las desea para resolver este problema; al margen de ser peatonales en todas se aparca como si tal cosa.

Estamos seguros que Pilar Vargas, responsable de la Seguridad Ciudadana, busca solución a este laberinto de problemas de las calles peatonales; antes tenían una dirección, ahora dos; antes no había aparcamiento y ahora sí. En temas de tráfico, Mérida es una ciudad antipática, aunque hay aparcamientos municipales suficientes, algunos, como el de la politécnica, para entendernos mejor, se llena; otros, como el de Atarazanas, hay más vacantes, pero estos aparcamientos son para los de fuera, sin contar el particular de la Avenida Fernández López o el del antiguo cuartel Hernán Cortés.

Los vehículos de carga y descarga es otro tema, merecen otra columna.