Perder los populares unas elecciones en Semana Santa es un calvario que no todos soportan. ¡Qué disgusto!. ¡Qué pena! ¡Qué caras!. Un poema de conversaciones.

Al presidente, José María Aznar, se le paralizó el bigote. Le han dado una patada en los mismísimos que todavía está inclinado hacía adelante. No para rezar sino de dolor intenso e interno.

No se lo creen. Por la noche se frotan los ojos. Una pesadilla. ¡Dios mío! Han vuelto los socialistas! Otra vez al tren carretas cuando ya teníamos el AVE.

Extremadura tiene que celebrar las elecciones para presidente regional del PP y Pedro Acedo ya está estudiando las estrategias.

Ya están de acuerdo hasta en la televisión regional. Todo ha cambiado y Extremadura recibirá lo que José Luis Rodríguez Zapatero prometió y para eso tenemos al mejor político de este país, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que para eso se apellidan lo mismo.

Un amigo, que no deseo dar su nombre, de derechas de toda la vida me dijo: "cuando más dinero he ganado ha sido en la etapa socialista". Y ahora resulta que hablan de que van a derrochar el dinero. No saben perder. Hay que ser elegante. La región y Mérida tendrán lo prometido.

Perder unas elecciones en Semana Santa es doloroso. Un calvario. Algunos prometieron, cuando las tenían casi perdidas, varios Vía Crucis por los monumentos romanos.

Con la pena de determinadas caras invitaba a dar la cabezá. Mirarán al cielo y pedirán explicaciones por no oir sus súplicas y, es que Dios, al final, pone a cada uno en su sitio y en este caso el pueblo ha deseado que Zapatero sea el nuevo presidente y lo malo para algunos populares extremeños es que Juan Carlos Rodríguez Ibarra ha prometido que si ganaba Zapatero volvería a presentarse y Juan Carlos, lo que promete, lo cumple.