La mayoría de los ciudadanos se reunen estas navidades para celebrar estas fiestas con una cena o una comida en un restaurante. Buen menú. Mejor bebida. Charla hasta el atardecer o la madrugada y todo el mundo es bueno. Felicitaciones. Palmadas en la espalda deseándote feliz Navidad y prospero año nuevo.

Han pasado los años y se ha perdido la sana costumbre de cantar villancicos, de los caseros, ahora los hay de DVD, CD o en cintas de toda la vida.

No es lo mismo. Cuando éramos pequeños entonábamos con zambomba y pandereta: Dame el aguinaldo/ carita de rosa/ que no tienes cara/ de ser tan roñosa. /Dame el aguinaldo/ si me lo has de dar/ que la noche es corta/ y hay mucho que andar.

Y así de casa en casa. Si te daban unas perras, gordas o chicas , no había para más, una peseta era todo un capital, le entonábamos: A los amos de esta casa/ Dios le de salud y dinero/ trigo para este año y pa el año venidero.

Y seguías de puerta en puerta, cuando no te lo daban le soltabas con voz para que lo oyeran bien, ellos y los vecinos: A los amos de esta casa/ no nos lo han querido dar/ Es mesté que se le seque/ la tripa del cagalán.

Teníamos otro un poco más fuerte cuando nos daban un buen aguinaldo y no el de al lado: A los amos de esta casa/ Dios le dé salud y pesetas/ y a la vecina de enfrente/ sabañones en las tetas. Y nos quedábamos a gusto.

¡Qué tiempos! Ahora no se pide, se come de todo y de la caja de mazapán con su dragón enroscado se ha pasado a una fuente de langostinos acompañada de un buen vino de la tierra.