Los fines de semana, y en este caso, la Semana Santa, son propicios para que una multitud de buscadores de espárragos los encuentren por los faldas de las sierras y algunos olivares cercanos a la ciudad.

La mayoría de ellos son para consumo particular, otros los venden en la puerta de los mercados o en las calles.

Salir en primavera al campo en Extremadura no es sólo para buscar espárragos trigueros, que se pueden encontrar en todos los menús de los restaurantes como revueltos o en tortillas, sino también para otros productos de la tierra.

Los entendidos, los más expertos, buscan criadillas, que es un manjar tomadas al ajillo, en caldereta, en escabeche o en tortilla. En las orilla de los arroyos hay berros, que en ensalada es un plato de lujo; cardillos, que lo más pesado es limpiarlos, pero guisados con los espárragos, criadillas y algunas habas de esta época, sólo se pueden tomar aquí.

Y se buscan caracoles. Los más grandes y sabrosos están en la sierra de Alange; también setas de muy distintas variedades, hay que tener cuidado pero ya los hay verdaderos expertos,

El campo en Extremadura es un lujo para quien sepa aprovecharlo. Si coges una caña y pescas, para acompañar a los berros, criadillas o cardillos, algún lucio, una carpa o unas bogas, y se guisan en leña o en carbón de encina a nuestros estilo, sería otro manjar difícil de encontrar en una carta de restaurante, por muy sofisticado que sea. Hay platos y guisos que son exclusivamente de la cocina de nuetros antepasados.