El hecho de que el juzgado número 4 haya estimado que no es delito decir que un partido político fue financiado por una empresa determinada, puede parecernos bien o mal, pero acataríamos la resolución o la recurriríamos, como sucede en cualquier estado de derecho. En esto ni entramos ni salimos.

Ahora bien, que la fundamentación para el archivo de lo anteriormente sometido a enjuiciamiento sea "la crispación política que hay en esta ciudad", aunque no sea jurista, me parece incomprensible. Esto es un juicio de valor que puede, quizás, realizarlo un periodista, que es el encargado de tomar el pulso de la ciudad en todas sus facetas, pero no la magistrado o magistrada. Podrá argumentar que el caso que nos ocupa es fruto de la contienda o lucha política y que no observa en los querellados ánimo de juicio o calumnia. Hasta ahí, de acuerdo. Pero ¿acaso puede decir que toda la ciudad esta políticamente crispada?

Francamente, no lo creemos. Es más, cuando en Mérida han estado en juego los intereses de partido, éstos se han quedado fuera muchas veces. Y pongo dos ejemplos bien recientes: la aprobación verbal, y pública, del alcalde en una decisión gubernamental sobre el AVE, alegrándose de un acuerdo por el bien de la ciudad, y una tertulia que tengo en Emérita Televisión los miércoles, donde los contertulios dan ejemplo de civismo, y hay representación, tanto a nivel local como regional, de PP y PSOE. ¿Queda demostrado que la crispación no es general? Mérida está muchas veces en juego ante la opinión pública y todos debemos cuidar nuestras decisiones con la máxima prudencia.