Si lo viera a lo lejos saldría corriendo y avisaría a todos. Tiene que venir. Llegará. Y cuando esto ocurra habrá, sin duda, un antes y un después. El efecto más inmediato sobre el territorio será la concentración urbana. El concepto de alta velocidad implica ciudades alejadas, pero aumenta la relación entre ellas al reducirse los tiempos de viaje, lo que produce un proceso de concentración de concentración de actividad en ellas en detrimento del resto del territorio, en el cual, aquellas poblaciones que no tienen parada son lentamente absorbidas por las que si la tienen. Tener parada significa prosperidad por méritos propios y a costa de los demás.

Las consecuencias socio-culturales y productivas más inmediatas vendrán determinadas por el aumento de la movilidad de las personas entre la capital autonómica y las de provincia, y entre todas éstas y la capital del Estado. Entre las primeras, la tendencia será ir hacia el equilibrio entre ellas en cuanto al empleo, educación y vivienda. Buenos horarios y viajes rápidos permitirán un flujo diario de personas entre las tres ciudades quienes podrán elegir vivir, estudiar o trabajar en cualquier de ellas, porque la relación tiempo-distancia les permitirá esta elección. La conexión con la capital de la nación favorecerá en Mérida la aparición de un sector terciario más dinámico, comercial y de servicios dirigidos a actividades de ocio y turismo.

En materia urbanística hay que empezar por corregir ciertos vicios como es el de hacer la vista gorda al aumento de construcciones de todo tipo en la periferia de la ciudad, que por estar al margen del crecimiento planificado, dificultan la implantación de corredores para nuevas infraestructuras.

El cambio urbanístico más importante vendrá dado, no tanto por la construcción de una nueva estación y el traslado de las instalaciones de mercancías al Centro Regional del Transportes, sino por la liberación de los suelos de la actual estación de ferrocarril y su integración en la ciudad mediante la ordenación global de los mismos. Con esta reforma se posibilita la puesta en valor de una parte central de ésta y su modernización, toda vez que se liberarían por completo los suelos del actual recinto ferroviario para cubrir las carencias de dotaciones públicas que la ciudad tiene en esta zona, generando una avenida central. Se recuperaría el entorno de la Basílica de Santa Eulalia, el del acueducto de Los Milagros y el del Puente Romano para integrarlos en el parque lineal del valle del Albarregas.

Asimismo, los tramos de vía en desuso se convertirían en pasillos verdes peatonales, tal es el caso del tramo de vía en dirección a Aljucén hasta la altura de las Abadías y el de Sevilla hasta el final del puente de hierro, o el trayecto desde San Andrés hasta la avenida central en los Bodegones, los cuales, además, conectarían con los carriles-bici que prevé el PGOU, y que bordean la ciudad.

Habrá que estar alerta, para que llegue y pare, porque de lo contrario, podemos perder el tren. El del progreso y el otro.