Mérida

Los cuarenta últimos años del siglo XIX fueron decisivos para la historia de Mérida. De ser una ciudad de poco más de cinco mil habitantes se fue transformando, y tanto su desarrollo urbanístico como una serie de acontecimientos lograron que esta ciudad fuera a más, siendo el ferrocarril en el año 1864 la que cambiara y duplicara la población.

Se tuvieron que mejorar los servicios y crear unos nuevos para cubrir las necesidades que iban demandando: puente de hierro del ferrocarril, plaza de abasto, escuelas públicas y privadas, depósito de agua potable para surtir a la ciudad, barrios nuevos... Se mejora la plaza de la Constitución, hoy de España; las calles, que fueron empedradas y asfaltadas como comentan José Antonio Peñafiel y Felipe Valbuena en un precioso trabajo llamado: Arquitectura y urbanismo de Mérida en el siglo XX . Además, se puso un alumbrado general de faroles de petróleo, un servicio de limpieza en la vía pública. Se reedifican casas y se hacen nuevas; casas consistoriales, mercado de Calatrava, matadero y depósito de agua.

LOCAL MULTIPLE

El edificio del depósito de agua se encuentra en su estructura exterior como está en la actualidad. Está en el número 62 de la calle Santa Eulalia, de esquina con la calle Berzocana y mirando a la Puerta de la Villa. Fue depósito, biblioteca, comercio y actualmente el ayuntamiento, su propietario, lo destinará a otros fines.

Para la construcción se necesitaron dos casas: la del número 60, que pertenecía a Francisco de la Vera y en la tenía un taller de sillero José Casares; y la del número 58, cuyo dueño era Alonso Román Gómez. Las tasaron los Maestros Alarifes Pedro Ocuña y Francisco Pérez Risco en 2.050, 81 y 2.500 pesetas, en total 4.550, 81. El edificio es de 1876 y la torre del reloj de 1883. El proyecto y presupuesto de la obra fue redactado por el ayudante de Obras Públicas José Pedro Rubio en 13.922, 71 pesetas. El pliego de condiciones de las obras está fechado el 17 de febrero de 1875.

El citado proyecto y presupuesto se hizo público el 19 de junio de 1875, al igual que las condiciones económicas para la realización de la obra.

Se tuvo que poner una fianza de 250 pesetas. Se presentaron dos propuestas, una de Pedro León Fernández, albañil de Almendralejo, que rebajaba la obra en 702 pesetas; y otra de Ignacio Odriozola Echevarría, de Madrid, cuya rebaja era superior a la anterior y por lo tanto fue el que hizo la obra del depósito de agua.

El 24 de agosto el ayuntamiento acordó reducir la longitud del edificio a trece metros, lo que daría mayor anchura a la calle Santa Eulalia y Berzocana. Un mes después fue ampliada la elevación de los muros destinada al agua y aumentó su capacidad en 28.000 litros. Las obras acabaron el 10 de julio de 1876. Sólo faltaba pintar la fachada. La entrega provisional de la obra se hizo el 19 de julio de 1876 y así fue posible abastecer de agua potable a la población.