Los últimos años de mi vida profesional en la enseñanza los pasé en la Escuela para Persona Adultas (EPA). Tenía un grupo de señoras en el que la más joven tenía 59 años. Y la mayor pasaba de los 80. Y, estas clases, con otras de Graduado Escolar en sus tres versiones: libres, presenciales y a distancia, las compartía con mi compañera María del Carmen Moreno, una guapa morenaza de Almendralejo, que tiene en la familia y en la enseñanza toda su vida. Primero sus hijos. Una leona en determinados momentos. Si alguien, sólo insinuaba algo en contra de uno de sus hijos, no tenía consideración alguna y los defendía a capa, espada y si en su mano hubiera tenido otra arma, la emplearía sin pensárselo dos veces.

Su marido Julián Suero le ha dado cuatro hijos: Julián y Sonia que son abogados, Beatriz, farmacéutica, y la pequeña María, procuradora.

En la escuela de adultos, donde se ha jubilado, ha pasado la mayor parte de su vida profesional como maestra. Todos sus compañeros se encontraban en esa comida en el salón de hostelería que hay en la misma escuela, donde se imparte un módulo de esta enseñanza. Le acompañaron sus compañeros, varios inspectores, como Rafael España, Juan Chamorro, Carmen Calvo, que hizo de maestra de ceremonia, y Antonio Luis Cruz Lavado, y vinieron a compartir mesa y mantel otros inspectores, directores de la provincia y amigos.

María del Carmen estuvo muy emocionada durante todo el acto y sus palabras fueron muy sentidas e hizo gala de una dialéctica propia de una magnífica profesora de lenguaje. Buena jubilación y a disfrutar de los nietos.