El dosier del matadero regional de Mérida ha estado durante años en las manos de Augusto Valcarce, un gallego que eligió Mérida para vivir. Estuvo como administrativo en las oficinas del matadero regional; se casó en Mérida con una emeritense, Inés Corchero Juan, y su hija Marina y sus nietos, eran toda su vida. Sacó información de la Diputación Provincial de Badajoz, y nosotros le entregamos el discurso manuscrito de José Fernández López cuando se le hizo hijo adoptivo de la ciudad y medalla de oro. Algunos de los hijos de José Fernández López nacieron en Mérida. El vivió hasta su marcha en el lugar donde hoy ocupa la vivienda y oficinas del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, dando todas las facilidades para la adquisición de este edificio.

CONSEJO El consejo de administración del matadero, que también se llamó IFESA (Industrias Frigoríficas Extremeñas Sociedad Anónima) siempre lo formaba un amplio grupo de personas vinculadas a esta industria y del mundo de la política, entre los que se encontraba Julio Cienfuegos Linares, presidente de la Diputación Provincial de Badajoz, y empleados como Luis Donoso Hurtado y el mismo José Fernández López, que se ponía como uno más de este consejo.

Cada año se daba cuenta de las gestiones a la junta general de accionistas del balance, cuentas de pérdidas y ganancias y la memoria con toda la documentación resumida en datos de interés para que pudieran estimarla mejor. A finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta se sacrificaban entre porcino, ovino y vacuno más de diez mil toneladas de productos cárnicos. La actividad industrial era frenética y en determinados momentos esta empresa superó los mil empleados, al margen de las industrias satélites que vivían a su costa y la función social que desempeñaba en la ciudad.

Hoy, gracias las gestiones municipales, se ha conseguido que esta industria siga en la ciudad y se renueve con una nueva empresa. En el lugar donde está está ubicada en estos momentos se harán viviendas y jardines, pero no estaría mal que se quedara, es una petición que oíamos a José Luis Mosquera Müller, cronista oficial de la ciudad de Mérida, el edificio central del matadero y el más emblemático para albergar lo que el municipio crea oportuno.

Es difícil precisar lo que José Fernández López entregó a la ciudad de Mérida al margen de las industrias que tenía, tales como el matadero regional, la Corchera que era su debilidad, Celtia Agracia y algunos viveros y otras empresas. Hizo a muchos de sus obreros casas y se las vendió a bajo precio; regaló el terreno donde está ubicado el campo municipal de fútbol, el hospital de Mérida, el edificio donde está ubicada la UNED e hizo obras a su cuenta en distintos inmuebles de instituciones municipales y eclesiásticas. Merece la pena recordarlo.