TAtunque ahora no se tiene en estima a la política y lo que llaman periodismo rosa o sensacionalista está rebajando a los niveles más casposos esta bendita profesión, hubo un momento donde las mejores plumas se dedicaban a contar la actualidad. Téngase como ejemplo las divertidas columnas de Wenceslao Fernández Flórez , que reflejan entre otras cosas, unos diputados catalanes que quieren llevarse la mayor parte del pastel. Las páginas de los periódicos se llenaban de la maestría de periodistas-escritores como el magnífico Julio Camba , que llegaría años más tarde. Contribuían los ilustradores y su humor ácido a reflejar las reivindicaciones de unos y otros.

Muchas décadas antes, en el Siglo Oro, los mentideros se llenaban de brillantes escritores. Algunos se enzarzaban en hilarantes peleas, dignas de leer, como la que mantenían sin tregua Luis de Góngora y Francisco de Quevedo . Pero vuelvo a esas crónicas parlamentarias de Wenceslao que dejaban atisbar una España que se desmigaba y que perdía su lustro de Imperio. La independencia de las últimas colonias, en 1898 fue la estocada final.

Ilustradores de diferentes publicaciones españolas y americanas, con cortante ironía, reflejaban el sentir de las diferentes partes implicadas, en un caldo que sabía a generación del 98. Así, gracias a la recopilación que han realizado desde el Centro Extremeño de Cooperación con Iberoamérica (CEXECI), podemos ver en el Centro Cultural Alcazaba cómo se ridiculizaba o ensalzaba a unos u otros.

Entre estas viñetas encontramos un fornido tío Sam que camina en un bosque lleno de serpientes con el nombre de España o un Don Quijote que pincha a unos pavos con cabeza de cerdo y nombres norteamericanos o un ángel de 1899, pegando una patada a un Don Quijote de 1898. Recorran los pasillos del Centro Cultural Alcazaba, sumérjanse en este peculiar túnel del tiempo que muestra con ironía todas las versiones de la historia.