TLta procesión del Misterio de La Burrita atravesando balcones llenos de ramos, me resultaba particularmente simpática durante la niñez. Se trata de la entrada de Jesús en Jerusalén y también del inicio de los pasos que preparan con mimo los cofrades. Por ellos, por el campo y porque ya cansa tanta agua, espero que no llueva durante los próximos días. También por el turismo que se quedará en casa viendo la tele sin desplazarse hasta lugares como Mérida.

La procesión de hoy, Domingo de Ramos, saldrá de la Concatedral de Santa María a las seis y media de la tarde y se recogerá a las 22.00 horas.

Nuestra ciudad, igual que Cuenca, localidad en la que he pasado en repetidas ocasiones la Semana Santa, ambas patrimonio de la Humanidad, se crecen en belleza estos días. La capital conquense se viste de ocres, arropada por el verde de las hoces del Júcar y el Huécar, entre pasos silenciosos y otros no tanto, como la ya conocida procesión de Las Turbas que atrae a miles de visitantes, la mayoría jóvenes. Mérida embruja por sus dehesas verdes y su patrimonio arqueológico que atravesarán pasos con imágenes, algunas de ellas que rondan los cien años, a hombros de costaleros. Digno de ver es el Vía Crucis que tiene lugar en la madrugada entre el miércoles y el Jueves Santo. Se trata de hecho de una de las peculiaridades que podrían hacer que nuestra Semana Santa consiguiera el título de Fiesta de Interés Turístico Internacional para el que la ciudad trabaja desde la austeridad forzosa impuesta por la crisis, aunque aún queden tres años para poder conseguirlo. Un fin para el que se trabaja también desde el recién creado equipo de promoción de Mérida conformado sobre todo por empresarios hosteleros con la colaboración del Ayuntamiento. Una denominación que sería más que bienvenida ya que se marcaría en rojo forzoso en calendarios internacionales y sería, además, un reconocimiento al fervor de los emeritenses, un impulso importante a una Semana Santa que sobresale y que atraería a turistas de todo el mundo y a su dinero.