TCtada vez se fusionan más las fechas religiosas y el consumo. Las ciudades intentan adelantar lo máximo posible la decoración navideña para incitar al gasto e impulsar la economía local, algo importante para crear y mantener puestos de trabajo. En Mérida este año se ha sumado al encendido de las luces, la instalación de una pista de hielo en la plaza de España que, sin duda, atraerá muchos más clientes y conseguirá aumentar las compras en los establecimientos de la zona. Unas acciones que procuran tener listas siempre antes del puente para que tanto turistas como emeritenses comiencen con sus compras navideñas. Algunas ciudades europeas y capitales españolas llegan a engalanarse de luces y árboles con guirnaldas desde principios de noviembre, anticipando la sensación de la llegada de estas fechas más de mes y medio. Incluso el presidente americano Franklin D. Roosevelt adelantó una semana la celebración de 'acción de gracias' que celebran los estadounidenses para prolongar así el periodo de compras navideñas. Nada que objetar a estos movimientos.

Sin embargo, la pena es que nos bombardean con machacones mensajes publicitarios que confunden el sentido religioso de estas fechas con el comercial, ayudados porque son unos días que se celebran en muchos casos por tradición y no por sentimiento o fe. Así, la percepción es que cuanto más nos gastemos en nuestros seres queridos más los querremos, haciendo que cualquier parecido con el mensaje religioso sea pura coincidencia (como pasa con ciertas comuniones o bautizos que parecen bodas).

Pero es que encima, la 'obligación' se extiende más allá del día de Reyes, al 25 de diciembre por el nacimiento del Niño Jesús o por ese intruso con pinta de anciano glotón aficionado a la bebida al que llaman Papa Noel o Santa Claus. Además, el encendido de las luces de Navidad y las carrozas de Reyes, en lugar de ser una fiesta, se convierten en un motivo de disputa entre vecinos y políticos. ¡Ya es Navidad... en los centros comerciales!