TYta sabemos que el alcalde Pedro Acedo es también senador. Unos dicen que este cargo viene bien a la ciudad ya que gracias a los contactos que está haciendo y a la influencia que puede ejercer desde Madrid podría conseguir traer proyectos interesantes para Mérida. Afirman que toda la ayuda que nos pueda llegar será bien recibida. Por otro lado, los detractores opinan que el primer edil de la capital autonómica debía dedicarse sólo a eso: a ser alcalde, porque si no será complicado salir del bache, recordando que ojo del amo engorda caballo.

Acedo sin embargo ha declinado parte de su responsabilidad en aquellos de su confianza. Así, hay un primer teniente de alcalde, Miguel Valdés , que es además director gerente de la empresa pública Gisvesa y un portavoz en la figura del entrañable Fernando Molina , tan bien retratado por la chirigota La Marara que relataba con guasa un desafortunado incidente del que Molina fue protagonista. No obstante el alcalde ha zanjado posibles dudas apostando por otra persona como su número dos. Se trata de la delegada de Urbanismo y arquitecta Raquel Bravo . Con la Ley de Grandes Ciudades en la mano, según Acedo , ella es la nueva vicealcaldesa. Asunto que no queda tan claro para la oposición.

Despejadas las incógnitas el camino se allana un poco gracias al pago por parte del Gobierno regional de la deuda que tenía con los municipios. Así a Mérida ha comenzado a llegar un dinero que cubrirá parte de los servicios que necesita la administración regional en la capital autonómica y que la ciudad soporta mientras anhela un Estatuto de Capitalidad. En medio de este mar revuelto por un tiempo desapacible, queda una resaca de protestas debido a la marea ciudadana, en un baño de música interpretada para la plataforma del conservatorio Esteban Sánchez, mientras el consistorio no tiene más opción que seguir asumiendo unas competencias que no le pertenecen.