MERIDA

Al final del siglo XIX la enseñanza en Mérida dio un vuelco importante. Los niños iban a clases en centros paupérrimos, sin ventilación y deplorables, como los que se encontraban en la iglesia de Santa Clara, hoy museo visigodo; en el convento de Jesús, que fue manicomio, cárcel, una zona para escuela y hoy es el parador nacional Vía de la Plata; y en el Pósito, esquina con la calle Trajano y la actual Félix Valverde, en frente del palacio de Duque de la Roca, que se destinaría para albergar el mejor centro de enseñanza de la región.

Había otros dos centros privados, el colegio Santa Ana (1895-1936), de varones, y las Josefinas, de niñas, que comenzó en la calle San Salvador, pasó a los pocos meses a la calle Obispo y Arco, y luego estuvo más de medio siglo en una vieja casona, aunque ahora está levantado sobre un gran edificio en la carretera de circunvalación como uno de los privados de más solera.

NUEVOS CENTROS

Mérida crecía y las perspectivas de más centros eran cada vez más acuciantes. Se abrieron distintas academias y escuelas particulares. En 1908 la de Agustín Pérez Apolo, con 39 alumnos; San Juan de Dios, que lo dirigía Justo Puig Núñez, con 65 alumnos; el colegio de niñas de San José, a cargo de la monja Magdalena Castaño, con 90 alumnas; la escuela de niños y niñas Santa Eulalia, a cargo de Eulalia López Prudencio, con 113 alumnos. Estos datos son del libro de Máximo Pulido Recorrido por la escuela pública , que a su vez los ha obtenido del Acta de la Junta Municipal de Primera Enseñanza de 14 de junio de 1908.

Años después se abrieron otras academias y escuelas privadas ante la falta de espacio en el único colegio público de la ciudad, el Trajano, como la de Rosillo, hasta que Ignacio Suárez Somonte es nombrado director General de Enseñanza en Madrid, y el alcalde de la ciudad durante la dictadura de Primo de Rivera, Francisco López de Ayala y de la Vera, hace las gestiones oportunas para abrir otro centro con todos los adelantos. Después de múltiples reuniones, se consigue en la calle Nueva, que posteriormente llevaría el de Suárez Somonte, un colegio, que se inauguró el 30 de enero de 1930. Al llegar la II República se le puso el nombre de Grupo Escolar 14 de abril, hasta la entrada en Mérida en 1936 de las fuerzas de Franco, que le devolvió su nombre.

Habían pasado cuarenta años con un sólo centro público en la ciudad. Otro de los lugares que se habilitó para escolarizar a los niños fue en el cuartel Hernán Cortés, que por motivos políticos se había cerrado. En sus dependencias se instalaron las escuelas unitarias y una graduada de cada sexo, y para viviendas de los maestros 11 pabellones militares.

GUERRA CIVIL

Pasaron unos años, llega la guerra civil y al término de ella comienzan las gestiones para abrir otros colegios que posibilitaran la escolarización completa de los niños y niñas emeritenses. Se abre para las Fuerzas Armadas el cuartel Hernán Cortés y se gestionan varios centros como el Romualdo de Toledo, Ibáñez Martín, Ferroviarios.

Actualmente, la escolarización de niños y niñas de la ciudad es completa.