Mérida

La enseñanza pública se atendió adecuadamente cuando en 1889 se inauguró el colegio Trajano, en el desaparecido palacio del Duque de la Roca, con 600 alumnos; dos escuelas para niños y otras dos para niñas, con 150 alumnos cada una.

La ciudad crecía y la demanda educativa sólo se pudo atender por la iniciativa privada, que abrió dos centros: el colegio Santa Ana, en 1895, para alumnos de clase media acomodada, con internado, medio pensionistas y externos; y el de las Josefinas, en 1899, y que hoy se llama Nuestra Señora de Guadalupe.

En el siglo XX se abren academias y los profesores dan clases particulares en sus domicilios y en las sociedades recreativas, como la del Liceo, donde se impartían para los hijos de los socios.

FERROVIARIOS

Entre 1921 y 1924 la demanda de plazas para estudiar era tal, que la Asociación General de Empleados y Obreros del Ferrocarril de España construye en Mérida un edificio para escuelas, entre la calle Calvario y Concordia, para los hijos de los ferroviarios, dos para niños y uno para niñas. Como lo pagaban ellos se puede considerar escuela privada.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, y siendo alcalde Francisco López de Ayala y de la Vera, se comienza a gestionar un nuevo centro escolar ante la petición popular.

Se aprovecha que se nombra a Ignacio Suárez Somonte como Director General de Primera Enseñanza para agilizar los trámites. Y en 1930 se abre este colegio, que llevaría el nombre de Suárez Somonte, aunque durante la II República se le puso de nombre colegio 12 de Abril. Al comenzar la Guerra Civil, y ser tomada Mérida por las fuerzas de Franco en agosto de 1936, volvió a su primitivo nombre.

El alcalde de Mérida en 1932, Andrés Nieto Carmona, da utilidad al cuartel Hernán Cortés, que estaba cerrado, y se pone la Escuela de Artes y Oficios, con el escultor Juan de Avalos como director; el instituto Santa Eulalia y varias aulas de lo que más tarde serían dos colegios públicos: el Romualdo de Toledo, en la barriada de la República Argentina, con viviendas para los maestros, y que hoy se denomina Giner de los Ríos; y el colegio Ibáñez Martín, en la calle Calvario, que hoy se denomina García Lorca, aunque en la ciudad se le sigue conociendo como el Calvario. Ambos colegios se inauguraron en 1948.

CRECIMIENTO

El crecimiento de la ciudad es tal que se construyen barriadas como Las Sindicales y se crea el colegio de Nuestra Señora de la Antigua. En la barriada de La Paz se abre otro centro con el nombre de la barriada. Se derribó al ser eliminada ésta y al construirse la barriada de San Lázaro, con el colegio Antonio Machado.

Sigue el crecimiento y se abren nuevos colegios como el Octavio Augusto, en la Zona Sur; y tres en el Polígono Nueva Ciudad: el Rodríguez de la Fuente, el Dion Casio y el José María de Calatrava. En la barriada de San Andrés, el colegio Pablo Neruda; en la barriada de San Juan un colegio que comenzó como patronato y hoy es público, el Juan XXIII, y en la barriada de Las Abadías, el colegio Cervantes.

Otros centro público son el de educación especial de Casa la Madre y el Emérita Augusta de Sordos y varios centros infantiles de preescolar.