La fabrica de grasas permanecerá cerrada un mes, entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre, para tratar de atajar el problema de los malos olores que desprende y que alcanza a numerosos rincones de la ciudad. Así lo anunció ayer el alcalde Angel Calle, tras llegar a un acuerdo con Extremeña de Grasas. Además de este cierre temporal, se va a cambiar el horario de los trabajadores, de 1 de la madrugada a 10 de la mañana, para aminorar las molestias producidas por la fábrica hasta que se produzca su traslado definitivo.

Pero éstas no son las únicas medidas adoptadas, ya que van a paralizar la producción durante unos días para proceder al vaciado total de la planta del proceso, cambiar los turnos de trabajo, adaptar los procesos al horario nocturno y revisar y ajustar los sistemas e instalaciones de desodorización. Pese a ello, seguirá recogiendo material aunque éste se quemará fuera de Extremadura. No sucederá lo mismo durante el mes de cierre, ya que no se recogerá nada y por lo tanto, los ganaderos tendrán que llevar los despojos a otras fábricas.

VALORACION El alcalde considera que el acuerdo es un paso importante para conciliar los derechos de los vecinos de Mérida a no soportar los olores con tal intensidad, los de los 32 trabajadores a mantener sus puestos de trabajo y el de los ganaderos extremeños a tener un sitio donde quemar los despojos.

En todo caso, sigue en vigor la cláusula final del convenio que empresa y ayuntamiento firmaron hace tres semanas. En el mismo se estipulaba que si estas medidas no conseguían reducir sustancialmente las molestias se tomarían las medidas pertinentes para acabar con el problema. "Si esto no da resultado, ya no hay solución", resaltó el alcalde.

Tras la firma del citado convenio, la fábrica de grasas redujo la producción a la mitad y empezó a funcionar a las cuatro de la tarde. Además, se estableció que la fábrica no recogiese mercancías de un radio superior a 200 kilómetros de distancia. Al parecer, estas medidas tuvieron un éxito parcial porque se redujeron los molestos olores. Para ayudar a tomar una decisión definitiva, la policía local realizó una serie de informes que no arrojaron datos aclaratorios ya que unos días había un olor pestilente y otros días no se notaba tanto, datos coincidentes con la opinión de algunos vecinos.

UNA PLANTA NUEVA No obstante, en el plazo máximo de 18 meses tiene que haber una fábrica nueva que debe estar situada, como mínimo, a cinco kilómetros del casco urbano y donde los vientos no atraigan los olores a la ciudad.