Sólo se habla del tiempo. Del frío. De la gripe. Todos tosen. El campo está con ganas, muchas ganas, de pegarse un atracón de agua y así iniciar la primavera, que la tenemos a tiro de piedra. Dentro de un mes ya se verá la flor de la jara, del tomillo y la de todos los campos extremeños, cuyos colores son tan hermosos, con tanta diversidad de verdes y con cientos de hierbas aromáticas, que salir al campo siempre será un aliciente.

Se puede dar una vuelta por el entorno de Mérida. Hay lugares, ya bien conocidos, donde se pueden coger un buen manojo de espárragos. Los más expertos se van a por criadillas de tierra. También se pueden coger cardillos y berros. E hinojos en los arroyos, cuyas aguas son una delicia ver.

Todos estos productos naturales han desaparecido del paraje conocido como Las Pardillas, cruzado por un arroyo del mismo nombre. Aunque en la desembocadura con el lago de Proserpina se puede encontrar un buen manojo de berros.

Hay pequeños afluentes donde todavía se pueden pescar algunas especias autóctonas y degustarlas en el campo, con los amigos, saboreando un buen gazpacho, que pronto será el tiempo. Aunque este plato ya no tiene temporadas. Es de todos los tiempos. Por si no lo saben, hay un gazpacho que se calienta y que se llama sopas de birondango, y que es una delicia. Es el gazpacho en caliente, como una sopa.

A este plato se le agrega pan, y al campo a comer, con la ayuda de una tortilla de patatas y unas chuletas de cordero empanadas, que siempre son, con un poco de vino tinto, bien acogidas.