Los políticos suelen ser duros en sus mítines y más en campaña electoral

El fin de semana será movidito. Y el tercero, con un sábado de reflexión, tendremos un 25 de mayo electoral donde más de uno se juega el sueldo, ya que no tiene otra cosa que aportar.

Eso si es atacable. En política debería ganar se lo que se obtiene como profesional. Se lo ha ganado a pulso y es normal que si se dedica a la política se gane lo que suele cobrar de sueldo en su trabajo. Lo anormal es tener un sueldo inimaginable sin que haya demostrado nada ni profesional ni políticamente.

Todo esto se puede decir y es necesario que se sepa, pero a la familia, ni tocarla. Todo aquel que busca en interioridades, que basa su campaña en descalificaciones o busca en la vida íntima de la familia, no tiene derecho a que nos gobierne.

Los hay que son capaces de todo con tal de seguir y conseguir un puesto que le dure lo más posible, porque al margen del sueldazo tienen teléfono móvil gratis, dietas, kilometraje, asistencia a sesiones, consejeros o consejeras de la banca. No se pierden ni una y vivir así años es puro parasitismo.

La campaña está cerca, muy cera, oiremos de todo, y que se ataquen entre ellos es juego político, nombrar a la familia en cualquiera de sus facetas, no sólo se pierde la razón sino que se entra en un juego peligroso, indecente y poco ético.

La noche del viernes, a pegar carteles. Los hay que se dedican a romperlos, pegarlos encima, tomar sitios prohibidos o empapelar la ciudad sin tomar las medidas para limpiarlas cuando pase la campaña electoral.

Durante años vemos las caras de los candidatos o concejales pegadas en los brazos de los semáforos, en las puertas, ventanas y en cientos de paredes.

Entre ellos que se digan de todo, pero a la familia, ni tocarla, ya tiene la pobre bastante con aguantar lo que le puedan decir a ellos como para entrar dentro de casa. Lo dicho: a la familia ni tocarla.