El centro de Mérida ha sido siempre lugar de encuentro. En la plaza de España los jóvenes se conocían dando vueltas y vueltas a la fuente. Después, como un despiste, a la calle Santa Eulalia, para continuar el paseo arriba y abajo. Las parejas continuaban hasta la Rambla y llegaban al parque López de Ayala que le llamábamos el parque de los enamorados. A pelar la pava, que era lo único que se podía en aquellos años.

La plaza de Santa Clara era la plaza de los melones, otro lugar de encuentros de estos productos que venían de Calamonte y Trujillanos. Y la plaza del Rastro, para tomar una copa o beber sentado una casera de La Camerana observando el pase de los transeúntes.

La plaza de España recoge la feria del Libro de Ocasión Antiguo y Moderno. Los libreros han venido de fuera. No hemos tenido la suerte de encontrar ni un librero emeritense. En esta feria se pueden adquirir algunos ejemplares a bajo precio. O ciertos ejemplares que son imposible encontrarlos en una librería convencional, como las enciclopedias escolares de la posguerra o anteriores, libros de lectura de estos años o de política y religión, así como tebeos de colecciones de los años cuarenta y algunos buenos ejemplares que puedes observarlos y adquirirlos, si la economía lo permite.

Es una buena fórmula para que el concejal de Cultura, Fernando Molina, de vida al centro de la ciudad.

Y este fin de semana, con un Mercado Quijotesco, aunque algunos productos no tienen nada que ver con el de la Mancha. Rocinante si se comería toda la paja que hay en la calle San Juan de Dios.