MERIDA

Los primeros festivales en el Teatro Romano de Mérida se iniciaron el 18 de julio de 1933 con las obras de Medea y Electra . Se programó para el siguiente año la Semana Romana , y el 5 de septiembre de 1934 vuelve a interpretarse la obra de Anneo Séneca, Medea . Se paraliza todo acto cultural en la ciudad durante los tres años de la contienda civil y comienzan de forma circunstancial a celebrase una serie de actos por "Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista", con una obligada despedida: "¡Viva Franco! ¡Arriba España!", al ponerse la obra de Plauto La Aululalia , que se encarga de poner en escena El Carro de la Farándula , de la Sección femenina de Madrid el 1 de octubre de 1939. Esta obra, en la que se vendió el aforo de Teatro Romano, el mismo día tuvo que hacerse en el cine Maria Luisa por motivos climatológicos, según un estudio de Juan José Peñafiel.

PARALIZACION

No se vuelve a celebrar ningún acto más en el Teatro Romano hasta el 8 de noviembre de 1953, en el que el Teatro Español Universitario (TEU) vuelve a este escenario con la obra de Séneca, Fedra . Fue el comienzo de estos festivales que han desencadenado una apasionante puesta en escena de obra de todo tipo, unas con una aplauso generalizado y otras con controversias por la utilización indebida de este recinto. Aquí se han citado obras clásicas de autores griegos, óperas, zarzuelas, flamenco, conciertos, recitales musicales de mucha variedad y otros actos que no tienen nada que ver con el recinto.

Los más destacados acontecimientos y que todo Mérida recuerda son las obras de Edipo , Medea y Julio Cesar . Aparece el director José Tamayo y comienza la llamada tamayoscopia y los pecholatas (extras que van vestidos de casa con sus corazas, cascos, lanza, espada y el bocadillo para los entre actos.

TYESTE

La obra de Tyeste se puso es escena el 12 de julio de 1956 en versión de José María Pemán. Los folletos que se repartieron como propaganda para esta obra comentan la puesta en escena de años anteriores, hacen un resumen de la historia de la ciudad para conocimiento de todos aquellos que puedan venir por primera vez a una representación y desconozcan la historia de la ciudad bimilenaria. Para tal fin y enganchar la público viene nuevamente el galán de cine y del teatro Francisco Rabal. La última vez que pisó este escenario sería para interpretar un pequeño papel con Nuria Espert en el homenaje que se rindió en el Teatro Romano de Mérida a José Tamayo y que tuvimos el honor de presentar.

El estreno de Tyeste tuvo tal repercusión que ocupó toda la portada del periódico ABC con tres fotografías del estreno donde se ven el escenario, intérpretes y autoridades asistentes, y en su interior una página con la crítica de la obra de Alfredo Marquerie.

La Diputación Provincial de Badajoz se volcó con esta obra, como lo había hecho con las anteriores patrocinándolas y con una buena ayuda en material y personal del Ayuntamiento emeritense y la colaboración del Ministerio de Educación y Ciencia en su departamento de Bellas Artes.

No se escatimaron desde el consistorio de la ciudad los gastos de personal. Había cinco porteros y un jefe, Venancio Barroso Moreno, que ganaba 200 pesetas diarias, y los otros a 170 pesetas. Para que todos los asistentes estuvieran bien atendidos se destinaron 28 acomodadores que cobraban 120 pesetas diarias y un nutrido grupo de limpiadoras, modistas, electricistas, comparsería, sastres y sastras, con un sueldo que oscilaba entre las 100 a las 150 pesetas. A todos estos empleados se es regalaba dos entradas para sus familiares. El abastecedor en la obra de Tyeste fue Lázaro Guerrero Torres.

En la década de los cincuenta se representaron otras obras: Otelo en 1957 y La Orestiada y Medea en 1959. El éxito del Festival está asegurado.