Año atípico se mire por donde se mire. Anoche tuvo que celebrarse el ya tradicional alumbrado de la puerta del recinto ferial emeritense. Sin embargo, el aspecto que presenta el espacio en estos momentos es totalmente diferente. Un llano sin vida, sin aglomeraciones, sin carpas ni atracciones, sin puestos de helados o de churros, de esos que sientan tan bien en el estómago esa noche cuando ya está bien cercano el amanecer, pero no tanto al mediodía siguiente.

Y es que la crisis mundial creada por el ya más que conocido virus covid-19, está dejando un año 2020 que muy pocos podían atisbar cuando, a la finalización de las fiestas el año pasado, se comenzaba a pensar en las de este año. Porque si, somos muy de pensar en el futuro, sobre todo cuando se refiere a las fiestas.

Y es que no hay emeritense que te cruces por las calles del centro durante estos días que no escuches un «qué semana más rara», otros sin embargo echan de menos que «es que ni decoración, ni banderitas en las calles ni nada de nada», y en unos días en los que la celebración de reuniones de familias y amigos, comidas por distintos puntos de la ciudad o simplemente llevar a los niños a que se monten en los ‘cacharritos’ del ferial se hace sin duda extraño. La ciudad se encuentra sumergida en unas fiestas que pasarán casi desapercibidas.

Solo los conciertos del Stone, el primero celebrado anoche mismo, las dos corridas de toros del fin de semana, hoy y mañana, van a darle a la ciudad un mínimo de ápice festivo. También viviremos unas fiestas de recuerdos. Recuerdos convertidos en las imágenes que van a inundar las publicaciones e ‘stories’ de nuestras redes sociales durante los próximos días recordando situaciones y momentos de años pasados. Ni botellones para los jóvenes, ni largas noches de copas para jóvenes, y no tan jóvenes, en los veladores de los distintos bares de la ciudad, ya que estos tienen que cerrar a la una de la madrugada, ni el sonido de las atracciones del recinto señalando el inicio o el final del viaje ni tan siquiera los bailes en las casetas o las horas de preparativos, para acabar decidiendo cinco minutos antes, qué ropa estrenar cada noche. En definitiva, una no feria para recordar.