Mañana de pellicas para ver a la patrona. Como cada 10 de diciembre, miles de emeritenses salieron ayer a la calle para acompañar a la mártir santa Eulalia en el camino de vuelta a su basílica. Un año más, la procesión de la alcaldesa perpetua por las calles del centro estuvo marcada por las flores, los bailes, la música, la fe y la tradición. En el día grande de la ciudad, la niña Eulalia brilló ante sus fieles ataviada con un traje rojo donado por un matrimonio de Huelva, entre rosas blancas de pitiminí y colombianas.

En torno a las once y veinte de la mañana, los portadores del paso de la mártir cruzaron el dintel de la concatedral de Santa María arrancando los aplausos y vítores de la multitud que se agolpaba a las puertas del templo. Tras su salida, integrantes del grupo de coros y danzas de nuestra señora de La Antigua interpretaron el tradicional Olalla, blanca en lo blanco. Flanqueada por los efectivos del grupo de artillería de la base militar de Bótoa, la mártir se abrió paso entre los devotos, que la arroparon durante todo el recorrido de regreso a su templo.

En el desfile procesional participaron la Banda de Cornetas y Tambores de la OJE de Mérida, la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Paz y la Banda de Música de Mérida. La comitiva procesional contó con la participación de los miembros de la asociación de la virgen y mártir Santa Eulalia, los de la asociación cultural y folclórica de La Antigua, así como representantes de asociaciones vecinales, de las cofradías y de otros colectivos religiosos de la ciudad. Además, por primera vez participó en la procesión el hermano mayor de la Soledad, patrona de Badajoz, José María Blanco.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada volvió a repetirse en la puerta de la Villa con la tradicional petalada sobre el paso de la patrona. A su llegada al hornito, en torno a la una del mediodía, componentes de los coros y danzas de LaAntigua, ataviados con los trajes típicos regionales, bailaron ante la mártir tras haber depositado previamente en el templete las flores que habían portado durante todo el trayecto.