La intervención del presidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra días pasados en el hotel Las Lomas da una lectura eminentemente clara y contundente: "si gobernamos en la próxima legislatura en Mérida, que vamos a gobernar, desaparecerán todos los bolos de la ciudad" .

Los aplausos fueron espontáneos y algunos al final lo hicieron con todas las de la ley como Jorge Gruart que estaba entusiasmado con la oratoria del presidente, aunque pueda ser concejal popular en las próximas elecciones.

El ambiente político está caliente, será para apaciguar el frío de las navidades. Ortiz Belda es incapaz de comprender la postura de su compañero Pérez Garrido y más de uno comienza a pensar si hay favores que pagar o situaciones que silenciar. La postura de los seguidores de Pérez Garrido no está de acorde con su comportamiento y si pide la dimisión decía, Ortiz Belda, que sea con todas las consecuencias no poniendo a las pocas horas cataplasmas a Pedro Acedo mientras otros, muy cercanos a él, piden la baja del partido. Si no se hubiera presentado en el pleno Pérez Garrido la situación del PP sería otra, pero tomaron a Juan Manuel Romera para que votara con ellos y así solucionar con el voto del ex socialista puntos que requería trece votos, y sin Romera no los tenían, así que para compensarlo le dieron un secretario.

La política, se ha dicho siempre, hace extraños amigos de cama y la que le montaron en las pasadas elecciones los populares a Romera ha sido compensado ahora con partir piñones juntos y sentarse a tomar café con puro incluido y así alternar como viejos camaradas.

Más de uno cantará villancicos de los de antes. Con recuerdos familiares. Y pedirán aguinaldos y se oirán las panderetas y zambombas aquellas coplas: A los amos de esta casa,/ Dios le dé salud y pesetas/ y a la vecina de enfrente,/ sabañones en las tetas y a darle a la zambomba hasta sacarle requesón.