No sé cómo comenzar. Hemos estado en la barbería con San Pedro. Y no sé cómo comenzar. Tendrá que ser dando las gracias a todas las personas que se han preocupado al conocer el infarto que sufrí después de una copiosa comida con los compañeros de la cadena Ser y de Localia, y de tantas comidas copiosas y la exquisita patatera . Como dice mi hermano José María, para estar bueno hay que vivir como un enfermo. Ahora vendrán los planes, paseos y aquello, por ahora, de sopitas y buen vino .

Es obligado este capítulo de agradecimientos. No hay palabras para los profesionales que trabajan en la UCI. Todos: médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras. Todos. Y las primeras atenciones en Urgencias. Un doctor me trae una carta urgente de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta. Fue una inyección de moral que jamás olvidaré. Después otra de Francisco Muñoz, consejero de Cultura, y la primera visita de Angel Calle en la UCI primero y en la planta después. La llamada a mi hija del alcalde Pedro Acedo, que se pasó con su hermano Angel más de una hora en la habitación. Y Antonio Guerrero, alcalde de La Zarza, y medio pueblo que me ha llamado todos estos días.

Cientos de amigos y los compañeros de las emisoras Ser, Cope, Onda Cero, Radio Forum, del Periódico Extremadura, que se ha sentado en la cabecera para animarme, y las noticias en Localia y Tele Mérida, así como el semanario La Capital. A todos, muchas gracias.

El tiempo fue primordial y la asistencia de un facultativo de Urgencias. No sé cómo agradecer tantos desvelos. Me entristeció la muerte de Agustín Mariño, nuestro mariscal como compañero en la partida de dominó o como mirón en la de mus. Imposible enumerar los doctores. Recordar la sonrisa de mis nietos al verme recuperado. Espero seguir escribiendo, hablando o haciendo algún programa en televisión de lo que más quiero: Mérida. No se puede pedir más. Gracias.