La Real Academia Española (RAE) ya lo deja bien claro en su diccionario, el grafiti se define como una "firma, texto o composición pictórica realizados generalmente sin autorización en lugares públicos, sobre una pared u otra superficie resistente". Pues bien, este hecho poco parece importarle a quienes aprovechan cualquier calzada, acera, muro, puerta, fachada, escaparate o elemento del mobiliario urbano para pintar nombres, frases o dibujos que en muchos casos se encuentran en el entorno de los monumentos de una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad. De esta forma, en la actualidad son 'víctimas' de estas pintadas ilegales el propio puente romano, la concatedral de Santa María, las inmediaciones del templo de Diana o la muralla de la Alcazaba, sin olvidar las calles del centro.

Pintar un grafiti está prohibido y esa es la realidad. En la ordenanza municipal reguladora de la convivencia urbana se califica como una infracción grave "realizar pintadas en monumentos o edificaciones catalogados de interés cultural, histórico o artístico", lo que puede conllevar multas que van desde 1.500,01 a 3.000 euros. Por otra parte, se considera infracción grave "realizar pintadas sin autorización municipal en bienes públicos o privados, así como realizarlas en la señalización pública de manera que impidan o dificulten su visión", con sanciones económicas que oscilan entre 750,01 euros y 1.500 euros.

El conjunto arqueológico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1993, es un bien irremplazable emeritense y es vital que su conservación se encuentre en buen estado, pues el turismo se configura como el motor económico de la ciudad y la buena imagen de cara al turista es esencial. Sin embargo, en numerosas ocasiones los monumentos bimilenarios han sido víctimas de pintadas vandálicas, como la que apareció a comienzos de 2014 en un muro del puente romano en favor del aborto libre.

Desde el consistorio se actúa para eliminar estas pinturas de dos formas, a través de la denuncia de un tercero o porque el ayuntamiento actúe de oficio, pero eso sí, siempre que el mobiliario o el edificio en cuestión sea del patrimonio municipal. Estos trabajos los acometería la empresa adjudicataria de la limpieza viaria FCC, ya que así se contempla en el contrato.

El delegado de Patrimonio, Rafael España, explica que en caso de tratarse de un monumento histórico, hay que solicitar previamente un informe técnico al Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida que, por lo general, suele desaconsejar las técnicas que utilizaría FCC para eliminar la pintura, al tratarse de un "chorreado con arena". Sobre este asunto, el edil señala que existen "casos perennes", precisamente porque se ha desaconsejado usar esa técnica y, por lo tanto, la pintura no termina de desaparecer, como es el caso de las que están en la muralla de la Alcazaba o en el puente romano. "La intervención en los monumentos es bastante complicada siempre tanto por parte del ayuntamiento como por el consorcio", subraya.