El real de la feria se encontraba en la plaza de la Constitución, hoy plaza de España, y el rodeo de ganado en la cabecera del puente Romano, a derecha e izquierda, donde está actualmente el barrio de San Antonio, que ante se denominaba barrio Bizcocho, y en el paseo de la actual Avenida de la Libertad.

En el rodeo se vendía ganado de todas clases. Los más altos precios eran los de cerda y cabrío, que se cotizaban a 14 y 15 pesetas la arroba (once kilos y medio). En baja estaban los precios del asnar, mular, caballar, bovino y lanar, especialmente el caballar y vacuno. Las mayores transacciones se hicieron el 3 de septiembre y el día 4, último día del rodeo.

FERIAL En la feria abundaban las tiendas de todo tipo, aunque predominaban las que vendían juguetes y dulces.

En la plaza del mercado de Calatrava, la venta se disparó en toda clase de frutas, principalmente las sandías y melones. Las crónicas de la época decían: gran animación, pocos borrachos, menos riñas y limpios de carteristas por la Guardia Civil, que no se descuidaban .

Los teatros se llenaban por la noche, tanto el que se encontraba en la Rambla de Santa Eulalia, como el teatro Ponce de León, ubicado en el actual museo visigodo. En ambos lugares se estrenaron obras y celebraron conciertos de música.

Pero donde la animación fue mayor y al lugar al que asistió más público fue el circo. Ese año acudía con una compañía de gimnastas, acróbatas, equilibristas, amazonas y payasos, que auxiliada por toros, caballos, perros y otros animales, y hubo llenos en todas las funciones, tres al día. El circo estaba instalado en la calle Hernán Hernández.

En los círculos se daban bailes de sociedad en la mayoría de ellos. El baile comenzaba por la mañana. Al mediodía se hacía un alto para comer. Y al anochecer se reanudaba el baile, que se prolongaba hasta altas horas de la madrugada. En la sala del Disloque, además de bailes, se organizaron conciertos musicales.

En el Círculo Emeritense, la alta sociedad de la ciudad acudía vestida con sus mejores galas. Al Liceo iban los industriales y comerciantes, mientra que los obreros se iban al Círculo de Artesanos.

La sociedad de La Tercia, que se encontraba en la calle Bastimento, hoy de Los Maestros, era el lugar de reunión de los más humildes.

Era una sociedad republicana al que acudían personas muy vinculadas a la ciudad, como Eugenio Macías, un importante industrial emeritense; Tomás Lancho, concejal y dueño del comercio La Verdad, en la calle san Francisco, bisabuelo de Ignacio Sánchez Amor Nacho; Francisco Corchero, dueño de una imprenta en la calle Obispo y Arco; y Luis Moreno Torrado, director del semanario La República.

Eugenio Macías era el presidente del Liceo y los demás iban y estaban con frecuencia en el Círculo Emeritense de donde, no sólo eran socios, sino miembros de la junta directiva.

Todo en la ciudad transcurría con la mayor normalidad pero los incidentes se solucionaron con la intervención de la policía.

Hubo varias detenciones por intento de robo en la calle el Puente a un vecino de Lobón. ´Se llevaron preso´ a un sevillano por sustraerle la cartera a un vecino de Plasencia. A un feriante emeritense le sustrajeron en una cantina de la calle del Puente un chaleco, un reloj y un sombrero. A un ganadero de la cercana localidad de Palomas le quitaron 50 pesetas y a otro 85 pesetas. Todos los ladrones fueron detenidos.

Se prohibía el jugar a los bolos y más de un feriante tuvo que dar sus explicaciones en el cuartel de la policía. Pero tales incidentes carecían de importancia y todos se solucionaron sin el más mínimo incidente, pero no sólo se llevaban el castigo policial sino que se publicaban sus nombres en los semanarios de la ciudad.

EL PASEO El paseo en la plaza era habitual de todas las clases sociales y luciendo sus mejores prendas. Se sentaban en las cantinas de bebidas que se ponían en los alrededores y se oía a la banda municipal de música del ayuntamiento emeritense. Las jóvenes estaban pendientes de los chicos, que con sus sombreros y botines relucientes buscaban pareja para ir al baile, pasear, tomar algo juntos y al final terminaba en noviazgo, que duraba años, pero terminaban en boda y sino, ya se sabía, la chica que rompía con su novio a vestir santos .