Han pasado los tiempos en los que la Guardia Civil perseguía a los gitanos que iban con sus carromatos de pueblo en pueblo. Cientos de chistes salieron de sus encuentros y de sus relaciones.

Ya se fueron los años de persecución. Son dos instituciones que en Mérida celebran sus fiestas el mismo día.

En la Academia de Tráfico de la Guardia Civil se descubrió una placa conmemorativa del atentado que sufrió un microbús de su escuela en 1986, en la plaza de la República Dominicana de Madrid, donde murieron doce alumnos del curso de tráfico. Hace unos años, en el cuartel donde se ubicará el museo visigodo, la festividad era multitudinaria y el asado de sardinas y pestorejo era el encuentro entre los civiles y paisanos después de la misa en la parroquia de San José.

Los gitanos también celebran sus fiestas en la plaza de España al son de tangos, jaleos extremeños sin faltar algunos otros palos del flamenco. Ya no se celebran las bodas de antaño pero si un noviazgo que se ha hecho según su rito.

Todo se ha democratizado en los civiles y gitanos, ya no hay chistes, sólo el recuerdo de años donde unos y otros lo pasaron mal. Los gitanos en sus carromatos de pueblo en pueblo y los guardias civiles con sus capotes y tricornios, en caballo o andando en los campos, cortijos, calles y bares para que con su presencia evitar males mayores. El comportamiento de la Guardia Civil ha sido un ejemplo durante años y años. Todos le debemos algo, incluso alguna multa, pero también su apoyo en momentos difíciles y la seguridad que nos dan con su presencia.