En la parroquia de Santa Eulalia dimos el último adiós a Federico de las Heras, todo un personaje en la ciudad. A sus 91 años todavía tenía ganas de estar con los amigos.

Fue un empresario ejemplar. El incendio devastador de Galería de las Heras, donde está actualmente el centro cultural Alcazaba, fue el fin de su vida empresarial hace años.

En el sepelio se encontraban los amigos y la mayoría de los empleados. Pero nos llamó la atención Antonio Rodríguez Ceballos que, con lágrimas en los ojos, nos decía: "se me ha ido parte de mi vida. Pasé muchos años trabajando en su empresa".

Formaba parte de la peña El Tutú. Quedará como recuerdo en el capítulo dedicado a esta peña en el II tomo del libro Viejos Escenarios Emeritenses, que se presentará dentro de unos días.

Fue Hermano Mayor, durante muchos años, de la Cofradía del Calvario, a la que han pertenecido él y su familia desde siempre. La Unión Deportiva Mérida, el domingo, le guardó un minuto de silencio por su pérdida. Fue todo un forofo y ayudó en muchas ocasiones a este club. No solo como socio, sino también como directivo.

Recuerdo con cariño como con su mujer Carmen y su hija Maribel, organizaba unas fiestas infantiles, con sus nietos Federico, María del Mar y Mónica y mis hijos y los hijos de los amigos. Presentaban las actuaciones las hijas de Agustín Mariño. Han pasado los años y esos niños son ya padres.

Seguro que ya estará organizando alguna de las suyas y preguntando dónde está la tasca celestial. Tomará una copa y pedirá el mejor menú al propio San Pedro.