La emeritense Pilar Aguilar García, trabajadora social experta en la infancia y en la familia, presentó ayer en el centro cultural Alcazaba Donde nadie me abandone, una publicación autobiográfica sobre su vida en el hogar infantil Santa Eulalia de Mérida.

-¿Qué le movió a escribir el libro?

-Estaba en un proceso de cambio personal y se me ocurrió que a través de un personaje podría soltar toda esa tensión emocional y psicológica que tenía. Con el libro puedo hacer visible mi experiencia de la infancia en la institución en que la que estuve y describir qué cuestiones, a partir de mi juicio profesional, se pueden mejorar dentro de ese entorno de luces y sombras que relato.

-¿Cómo han ido evolucionando los centros de menores?

-El sistema de protección a menores que yo describo en el libro abarca desde el año 1983 al 1985. Los centros de menores eran instituciones religiosas de carácter benéfico y asistencial donde tenían cabida niños y niñas con escasez de recursos o problemas de ámbito familiar. Daban acogida a entre 100 y 150 menores, pero ahora ha disminuido el número de menores y se les presta una atención más específica en función de las edades. El modelo pedagógico ha cambiado mucho, pero creo que hay que prestarle bastante atención al trato que se da a los menores dentro de los centros, cuidar el entorno familiar y crear lazos de unión.

-¿En qué sentido se debe trabajar desde el ámbito profesional?

-Hay que tratar la temática de la relación de los menores con el entorno, trabajar ese nexo de unión de los centros y sus familias biológicas o de acogida, así como la fase de salida de los centros, que pasa por los pisos y hogares de acogida. Hay que incidir en el trabajo profesional para los chavales de 14 a 18 años que están en régimen semiautónomo o autónomo, ya que es el que permite tener un crecimiento saludable y empezar a buscar apoyos que te den raíces en la vida y un entorno familiar seguro.

-¿Qué papel juega la familia?

-La familia tendría que tener un mayor protagonismo dentro del entorno de los centros de acogida. Considero que hace falta abordar más el entorno familiar y acompañar a estos menores para que no se sientan solos.