En el curso 1977-78, un grupo de profesores inauguramos el que sería, durante muchos años, el colegio más demandado de Mérida, el Octavio Augusto, que se unía con algunos maestros del antiguo Covadonga.

En el cuadro de profesores se encontraba un entrañable amigo y compañero, Manuel León Jiménez , que el pasado día 18 nos dejaba para siempre. Su muerte me ha impactado, éramos un grupo que siempre, aunque tardábamos en vernos, ya jubilados todos, nos gustaba departir aquella inolvidable experiencia y que tantos miles de alumnos en esta ciudad recuerdan a sus profesores de antaño.

Un profesional de la enseñanza único, la vivía cada instante, compartí sus inquietudes y fui profesor de algunos de sus hijos, recuerdo perfectamente a la mayor, Eva María , que cada vez que nos vemos recordamos aquellos años --da clase en un colegio de Avila--, y a Víctor Manuel , Esther , Alicia y José María .

Con su mujer, María Carrascal , formaba un matrimonio inseparable, siempre juntos. Manolo era un ejemplo, no solo de profesor, estuvo dirigiendo el colegio varios años, sino como esposo, dedicado a sus hijos en cuerpo y alma.

Poco tiempo antes de morir, sabiendo que le quedaban horas y, despidiéndose de todos, con una entereza digna de admiración, en los últimos instantes de su vida, con la voz ya apagada le dijo a su mujer e hijos: "Comunicarle mi muerte a todos los compañeros del Octavio Augusto". Sabía perfectamente que moría y quiso tener el último recuerdo, con su familia y sus compañeros de la enseñanza.

Es el primer compañero de aquel grupo que ha muerto y junto a él, en el tanatorio de Mérida, estábamos todos los que compartimos aquellos años. Su último deseo era estar en Trasierra, un pequeño pueblo de la campiña sur de Extremadura. En un paisaje bellísimo descansará para siempre mi compañero y amigo Manuel León , que ha dejado en Mérida su semilla como profesor, buena persona y de una entereza que ha dado ejemplo a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo. Hasta siempre amigo.